12.- Primera lección: Nuestra comunicación.

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Estaba oxidado, y sentía como su vida giraba en torno al cuento infantil donde aparecía el hombre de hojalata; identificándose con él, llevaba un año estático, quieto en la misma posición, hasta que Dorothy y el Espantapajaros le encontraron; y por ello anheló recuperar su corazón.

En su caso, hasta que Hallie le encontró y llevó consigo a la clase de matemáticas dos latas con un hilo de por medio, recordándole que tenía corazón.

Las alegres voces elevadas de los estudiantes mientras el profesor se giraba a atender al chico con receta médica que justificaba su inasistencia, distraían a Zachary que radicaba inclinado sobre su cuaderno para resolver ecuaciones.

—Pts, pts...—se escuchó un murmullo proveniente de la ventana—. ¡Zac, por aquí!

El joven no daba la sensación de estar escuchando, quería concentrase en los problemas del libro de textos.

Una bola de papel golpeó en su sien, Zachary resopló frustrado y miró a su compañero que la había lanzado.

—Una chica rubia está insistente por el vidrio—este encogió sus hombros—, solo quería avisarte, lleva un buen tiempo ahí y su voz comienza a irritarme.

—Lo siento—se levantó del muro Hallie haciendo un ademán de saludo—. Nada más pásale esto a Zac, y no vuelvo a molestar, por favor—introdujo a la ventana abierta una lata sujeta con cuerda fina que atravesaba el fondo.

Los compañeros de Zachary doblaron sus cabezas en forma de confusión al mismo tiempo que pasaban de mano en mano la lata con un nudo de hilo hasta el asiento del susodicho.

El metal resonó en su pupitre y Zach lo alzó acercándolo levemente a su oído.

—Genial—levantó los pulgares Hallie y volvió a esconderse detrás del muro, su voz se filtraba por el cordel. El sonido se transmitía de una lata a otra.

—¿Qué estás tramando, eh?—habló Zachary desde el agujero de la lata.

—Lo que te dije hace un par de días, utilizar una comunicación especial entre nosotros—cambió la posición de lata para escuchar su respuesta, sin embargo, él no emitió comentarios durante largos minutos—. Vamos, te atemorizan las ondas electromagnéticas pero no precisamente son necesarias en todas las comunicaciones, aquí sólo existen ondas de sonido.

»Es parte de un micrófono, de alta y baja concentración de moléculas de aire que forman las ondas sonoras y chocan al fondo, ellas fabrican una deformación elástica que consiste en el mayor o menor desplazamiento. El movimiento del fondo de la lata de micrófono se transmite por la cuerda tensa hasta el otro extremo, que trabaja como auricular, de esta manera transmitimos la vibración al hablar,  como resultado llevamos a cabo una transmisión telefónica. "Tele" significa distancia y "fono" se refiere al sonido.

—Increíble, suenas como si yo estuviera hablando—río Zachary con gran alegría—¿Lo aprendiste para mí? Porque me has dejado fascinado y sin aliento.

—Sí, pero me pareció un poco confuso, así que preferí leértelo para no equivocarme.

—Bueno, es un lindo gesto.

—¿Aunque la información la haya sacado de Internet? —preguntó con un leve temor de arruinarlo.

—No importa, continúa siendo especial—murmuró Zac.

—Entonces ahora mantendremos contacto a pesar de no entrar a la misma lección, cualquier cosa me hablas por aquí ¿sí?

—Espera, ¿ya te vas?

¿Contigo sin Internet? (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora