38. Nunca te enamores de un Blackelee

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Querida, Hallie:

Si algún día te pierdo, todos los buenos momentos de mi vida se irán contigo.

Si algún día me pierdes, no me iré del todo, porque mi corazón se quedará contigo.

En tus manos. Podrás estrujarlo, o cuidarlo. Solo late por ti,

Y eres la única persona que deparará su destino.

A tu lado ya no hay tormentos,

Eres la persona por la que arde mi cuerpo,

Y eres la misma que me salva de ahogarme en mis pensamientos.

Calmas mis miedos, agitas mis latidos.

Quiero escribir esto para ti, en tus labios, en tu mente,

Y que con mis besos sientas lo mucho que extrañé verte.


Decía la carta que una vez Zachary le había escrito cuando no supo usar el teléfono, pero le quería hacer saber a Hallie que la pensó durante toda la noche.

La volvió a leer. Quería arrugarla, romperla, y en cambio, solo la pegó a su pecho.

Hallie permanecía acostada en su colchón, intentando creer que aquellas palabras eran reales, que esto no podía ser el final, no de esta manera tan fatídica y tormentosa.

¿A quién le hacía caso, al Zachary del pasado, que la enamoraba con citas románticas en lugares especiales, o al chico del presente que había destrozado su corazón con palabras afiladas? ¿Por qué darle más peso a lo que la hería con una sola frase? ¿Por qué su mente recordaba lo malo más que lo bueno? ¿Por qué dolía tanto el corazón roto?

Todas esas promesas que se sentían reales, todos momentos juntos, aquellos besos y caricias, aquel sudor y aquellas palpitaciones alocadas que compartían cuando entraban en contacto, se desvanecían entre las lágrimas, como una cascada que golpeaba las rocas con agua helada, y salpicaba a su alrededor.

Era impresionante como solo unas simples palabras podían tener el mismo filo de un cuchillo que se enterraba en el pecho, incrustándolo, dejando pedacitos de acero en su interior difíciles de retirar.

Cuando sus tíos se acercaban a la puerta de su habitación subía el volumen de la música para disfrazar su llanto, todavía quería que su familia tuviera en buena estima a Zachary, iba a protegerlo de que cayera del agrado de ellos, todavía tenía esperanza de que se arreglarían.

Pero después, cuando escuchaba una canción desgarradora, cambiaba de opinión, lloraba la letra y creía que no había remedio. Escuchaba el compás de su corazón desentonado con los ritmos enamorados. No había vuelta atrás, se sentía como esa canción que llegaba al silencio después del último estribillo, era el final.

Y no pudo soportarlo más, volvió a refugiarse en internet. Subió una publicación desesperada, una indirecta, pero después de dos minutos, y notar que no tenía interacciones, decidió borrarla al tiempo que se carcomía las uñas. Odia sentirse así, sola, incluso en internet.

Procedió a enviar una nota de voz a Leila para contarle. Ella no tardó en reproducirla pocos minutos después.

Hallie cerró los ojos, y solo un tono de llamada la hizo volver a abrirlos.

Por un instante, creyó que la llamada entrante era de Zachary. Anhelaba volver a escucharlo, pensaba que su voz repararía aquello que rompió. Nunca le había marcado, baja ninguna circunstancia, por ello, se volvía más adictiva la idea de que la buscara por ese medio.

¿Contigo sin Internet? (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora