17.-Máquinas de escribir.

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De cierto modo, Hallie estaba encantada en el hogar de los Blackelee, le recordaba su niñez a través de un ordenador, cuando buscaba juegos en línea para decorar casas.  Y allí pasaba horas y horas acomodando diferentes recámaras, con áticos o sótanos, deslumbrada por la cantidad de habitaciones, nada comprada con el departamento donde vivía.

Ademas, el ático de la familia Blackelee lo volvieron un cuarto oscuro para revelar fotos a blanco y negro, Zachary en sus tiempos libres estaba aprendiendo a usarlo.

—Es alucinante—dijo Hallie después de escuchar el proceso de revelado. Alzó su mirada al tendedero con algunas fotografías sujetas con ganchos— ¿Esa es mi gallina?—aparecía en las fotos.

—Ah, sí... el otro día Dean estaba aburrido, así que le tomó fotos con mi cámara.

Hallie soltó una risa. —También hacía lo mismo, Martha es tan fotogénica que le creé un instragram, digo, si hay instagram de gatos famosos, ¿por qué no también de una gallina?

—No digas eso enfrente de mi hermano, sería capaz de comprar un celular para seguirte el juego—rió Zachary, aunque parecía que la rubia no comprendía —. Ah, es que él no padece tecnofobia.

—¿En serio?—abrió con ojos con exageración—, quiero conocerlo.

Zac dio una bocanada de asombro, le parecía mala idea aquello, ¿Qué tal si encontraban varias, bueno, bastantes cosas en común? ¡No! Harían travesuras juntos, seguro.

—Creo que no está en casa, constantemente va al parque a pasear a Martha y Europa. Dice que es gracioso ser perseguido por otros perros.

—Qué mal, yo quería saludar a mi gallina—Hallie llevaba los hombros caídos cuando bajó del ático, echó un leve vistazo a la recámara de al lado, para su mala suerte, estaba cerrada la puerta blanca.

Zachary cruzó los dedos por detrás de la espalda y condujo a Hall al lugar que deseaba ir, giró la perilla con la esperanza de no encontrarse con su hermano.

La habitación era un desastre de ropa y zapatos, la cama destendida, polvo en los burós,  pinceles tirados, y pintura cayéndose del lienzo.

—Ves, no hay nadie, solo su monstruosidad de cuarto.

Hallie dobló la cabeza en el umbral para apreciarlo mejor.

—Son muy distintos ¿verdad? —Preguntó y él asintió—, ¿tú también pintas?

—Eh, no. Dean tampoco lo haría si no fuera porque nuestros padres nos impulsan a que escojamos al menos una disciplina—cerró la puerta para continuar con el recorrido.

—¿Por qué? —parecía realmente interesada en el tema.

Zachary paró en el pasillo. —Ya te lo dicho, mis padres quieren que crezcamos con varias habilidades para recompensar todo el tiempo libre que tenemos por vivir sin tecnologías.

Hallie se preguntó si podía decir lo mismo. ¿Ella en qué era buena? No contaba administrar páginas en Facebook, terminar una serie de televisión en un día, y mirar por largas horas a youtubers ¿o sí?

Entonces se cuestionó qué rayos hacía todas las tardes al llegar a casa. ¿Y si el internet desaparecía? ¿Qué haría de ahora en adelante?

—¿Estás bien? —A Zachary le preocupaba el color pálido que tornaba Hall.

—Sí—sacudió su cabeza—. Mi mente divagó, pero es normal.

—¿Ahora qué aventura imaginaste, bella doncella?

Hallie relamió sus labios para hacer tiempo. Planeaba evadir el tema al contar un anécdota. 

—Más bien me acordé de que hace unos años, en una red social llamada Hi5 había un juego de cuidar a tu mascota virtual, era divertido  porque también ibas al parque y conocías a otros dueños, había un chat al costado y podías conectarte con muchas más personas...

¿Contigo sin Internet? (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora