24-. Un caldito de gallina.

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—En un caso hipotético...—aclaró la garganta Zachary—, ¿Qué sucedería si llegamos tarde?

—¿Tarde? — Hallie repasó las palabras—, ¿a qué te refieres?

—Ya sabes...—Zachary no se atrevía a mirarla a los ojos, prefirió seguir con la mira al volante—, que sea, ummh, un caldito...

—¡Por todos los cielos, Zac!—Hallie corrigió la postura de la espalda, antes se encontraba hundida en el asiento de copiloto.

—No quiero sonar pesimista, pero tenemos que estar preparados para cualquier cosa.

—Solo una persona pesimista se expresa así.

—¿Te he hablado de los beneficios que trae comer caldo gallina?

—¡Zac!

—Solo trato de ser positivo, ¿sabías que su carne es rica en vitaminas y minerales? Por supuesto, destaca su aporte de proteínas...

Hallie recargó sus dedos en el puente de la nariz. Ahora no, por favor.

—Y son alimentos de origen animal con muy bajo aporte de grasa, por lo que resulta más saludable—, continuaba hablando él—, evita enfermedades cardiovasculares, la expansión de adipocitos...

—¿Adipo qué? —arrugó el ceño Hallie. Con trabajos podía entender las diferencias entre los conceptos de proteína y vitamina, ¿no eran lo mismo?

—Adipocitos. Son las células de nuestro organismo encargadas de almacenar energía en nuestro cuerpo, pero si no cuidamos nuestra alimentación, contribuyen a la aparición de obesidad.

—Tener conversaciones contigo es tan extraño—admitió Hallie. Aún no podía entender qué relación tenía esto con su gallina.

—Tómalo como una clase de bromatología y de bioquímica.

Hallie dedicó dos segundos a contemplarlo:

—Sí, definitivamente eres pésimo para entablar una conversación.

Era cierto, Zachary había comenzado a hablar por temor a permanecer en silencio durante el viaje en camioneta. No podía usar la radio del automóvil porque no existía tal cosa.

Además, todavía parecía que Hallie seguía distante con él. Ya no bromeaba tanto como antes, tampoco lo miraba con frecuencia, dirigía su vista hacia la ventana empañada del auto. Ni siquiera podía observar el exterior, pero prefería mirar hacia esa dirección y dibujar una carita triste con su dedo.

—Es que no quiero seguir lastimando tu corazón—Zachary decidió que era mejor decir la verdad. Hallie volvió su vista a él. Suspiró—, me rompería verte llorar por mi culpa.

Hallie le dedicó una media sonrisa.

—Está bien, encontraremos a Martha—intentó animarlo—, y no será tu culpa si ya no está.

El chico pensó que debía explicar que no solo se refería a la gallina. Pero también imaginó que estaba de más expresar sus sentimientos.

Por suerte, no tuvo que mencionar nada al respecto, acababan de llegar a su destino: La granja.

Hallie no tardó en salir del carro mucho antes de que Zachary terminara de estacionarse. Solo podían guiarse de la luna, fuera de ello, todo estaba en completa oscuridad.

Hallie no tenía una linterna convencional para alumbrar el camino, pero tenía algo mucho mejor.

—Y decías que el celular no serviría de nada—bromeó Hallie. Zachary solo achicó los ojos, limitado a guardar sus comentarios.

¿Contigo sin Internet? (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora