Esta era la noche de bodas. NUESTRA noche de bodas. Cuando ahora podía llamarla MI ESPOSA. Nos bajamos de la limusina, sonrientes, felices y enamorados. La cargué en brazos y la llevé hasta nuestro cuarto de hotel. Sí, la boda había sido en Las Vegas. Estuvimos ahorrando mucho tiempo para casarnos aquí, y ahora, ese sueño era una hermosa realidad. La dejé en la cama, mientras le desabrochaba el vestido, pero antes le dí una cuidadosa mirada a toda ella. Wow, ese vestido, ese peinado. La hacían ver mucho más hermosa de lo que es, pero no por eso ella era menos hermosa. Le bajé el vestido lentamente, como si quisiera que esto durara mucho tiempo. Me quité los zapatos, que de hecho había olvidado atarlos por los nervios y la prisa de la boda. Colgué el vestido en una silla que había ahí, y me acerqué a ella. Esta noche la recordaría por siempre. Ella me bajó el pantalón y quitó mi smoking. Tomó mi corbata y con ella me acercó a sus labios. Era un beso que decía "gracias por casarte conmigo", o tal vez "no te alejes". No lo sé, pero me encantó. Ambos nos recostamos en la cama lentamente, me posicione sobre ella, sin aplastarla y le quité las bragas. Ella desabotonó mi camisa y me pasó los dedos por el pecho. Los bajó lentamente hasta llegar al resorte de mis bóxers. Los enganchó con un dedo y los bajó hasta mis muslos. Mientras me besaba, podía sentir cómo se reía contra mis labios, y yo también lo hacía. Nos separamos y cambiamos de lugar, ahora yo estaba bajo ella, quien se mordía un labio, sonriendo. Se sentó sobre mí y posicionó su entrada en mi miembro. En ese momento, el tiempo se detuvo, solo eramos ella y yo, juntos. Cuando la desvestí, no vi nada que no haya visto antes, pero cada vez ambos sentíamos algo diferente, algo que nos inspiraba a seguir. En mí, era la sensación de estar con ella, de saber que ella confía en mí y es capaz de hacer esto conmigo. Yo también confío en ella. Ella me ha demostrado que su interés en mí, no es el dinero, ni el sexo, sino que en verdad me ama, a tal grado que se ha comprometido conmigo. Mis pensamientos se esfuman cuando la noto apretándose en mi miembro. Ella empieza a brincar y yo a gemir. Ya lo habíamos hecho antes, pero ahora puedo hacerle cualquier cosa, sin lastimarla, pues es mi esposa, y yo la amo. Me miró y se mordió el labio, ambos pensábamos lo mismo; qué importa el ruido que hagamos? No habrá niños aquí, y los adultos saben lo que significan esos ruidos. Las vegas son para cojer ruidosamente. Entonces, la tomé de la cintura y la puse en la cama, aún traía su brassiere, así que se lo quité. Quería apreciar todo su cuerpo. Recosté a mi amada en la cama y puse sus piernas a cada uno de mis costados. Ella sonrió y me lanzó un beso. Esa fue su autorización para hacerlo. Me puse de rodillas sobre la cama y me acerqué a su entrada. Con un dedo, la acaricie lentamente, ella tembló un poco. Entonces, con mis dos manos abrí su entrada y ella gimió alto, esperé un poco para ver si no la habia lastimado y me miró desesperada, como si dijera "qué esperas idiota? ". Entonces reí y acerqué mis labios a su feminidad. Puse mis manos en su trasero mientras lamía su exitada parte, mientras ella se retorcía y gemía de placer. Tomó mi cabello y lo jaló haciendo círculos. Le encantaba lo que estaba haciendo. Tomé sus piernas y las puse en mis hombros, a lo que respondió empujándome más contra ella. Cuando terminé, me arrodille ante ella, con sus piernas aún en mis hombros. Era la noche de bodas, ESTO tenia que ser especial, y el espectáculo aun no se termina. Introduje mi miembro en ella, quien soltó un gemido como el anterior. Entré y salí varias veces. Después, doblé sus piernas y las puse en mi pecho para entrar mejor en ella. Entré una y otra vez, mientras ella tenia la boca muy abierta y gemía groserías y sonidos de excitación. El gran final estaba cerca, pues ambos estábamos cansados y sudorosos. Entré una ves más y me tiré en la cama. Ambos estábamos exhaustos. Así que lo siguiente era dormir un poco. Nos tapé con la manta que había al otro lado d la habitación y ella se acomodó a un lado de mí. Le acaricie la mejilla y le besé la frente. Mañana por la mañana nos iríamos a casa, después de escuchar las quejas por los traumáticos ruidos de anoche.
