La vida tiene altos y bajos. A veces puedes pasar el mejor momento de tu vida y en un segundo ver que todo por lo que luchaste se desvanece poco a poco. Y te preguntas ¿qué sentido tiene la vida si ya no estás? Pues muy pocas personas logran superarlo y seguir adelante, otras tratan lo posible pero lloran cada lamento junto a su fiel amiga la almohada, y las otras finalmente no aguantan el dolor y deciden acompañarlas en su descanso eterno sin importar quiénes se quedan en la Tierra llorando su más grande pérdida.
Así se sentía TN ahorita, viendo cómo sus amigos los Vengadores iban bien vestidos de negro al funeral de su líder y mejor amigo. En su caso, su prometido y futuro padre de la criatura que llevaba en su vientre de ya 8 meses. Nadie se esperaba que el gran Capitán América perdiera una pelea, pero resultó que si y de la peor manera la perdió. Mientras los demás se preparaban para ir al entierro de su Capitán, tu mirabas desde tu ventana la gran vista de la ciudad de Nueva York, esa pequeña tarde fría y oscura era el peor sentimiento que podían sentir en ese trágico día. Clint, intentó animarla para que fuera y diera su último adiós pero por más que quiso se rehusó.
La pobre chica mira en su mesa de noche la foto de su pareja junto a ella donde ambos salían besándose con el más puro amor del mundo. Tomó la foto entre sus manos y gritó tan fuerte y con dolor que todos por más lejos que estén escucharían los lamentos de la chica.
Las semanas pasaron y ella cada día intentaba salir adelante, pero ¿qué importancia tiene? Si ya no estaba la única persona que podía hacer de su vida la mejor del mundo. Clint, su mejor amigo, trataba de animarla un poco y que saliera a disfrutar la vida, tal vez no hacerlo por ella pero si por ese pequeño bebé que ella tenía en su vientre.
No sintió el tiempo correr pero al menos sentía de nuevo esas fuerzas que tanto necesitaba.
Un hermoso ramo de flores descansaban en uno de sus brazos mientras que en la otra mano sostenía su vida, su pequeño hijo Mateo. Miró fijamente la tumba de su difunta pareja y limpió una lágrima de su mejilla. Se agachó hasta la altura del pequeño y le entregó el ramo de rosas rojas.
-Veydáselasapapá, ¿si?
El pequeño asintió y con pasos torpes dejó sobre la tumba el ramo de flores volviendo con su madre. Solo se podía llorar en esos momentos, ver al pequeño amor de tu vida entregarle un ramo de flores a quién fue el único amor de tu vida era triste pero más que nada doloroso.
Cerraste tus ojos dejando salir más lágrimas que representaban cada lamento que dabas durante las noches, despertando a casi toda la torre.
-Yotambiénteextrañéprincesa.
Y sólo ahí, tu vida y la única razón para vivir había vuelto y traía consigo tu alma y tu corazón que hace tiempo se lo habías entregado a él, y solo él.
Volteaste a verlo con las mismas lágrimas en los ojos, temiendo que fuera una ilusión de tu misma conciencia. Se acercó hasta poder tocar tu mejilla y limpiar todas y cada una de tus lágrimas. No era una ilusión, era él, y jamás lo volverías a dejar ir.
-Tehedichoquenomegustaquellores, nisiquierapormí.
Sonreíste triste acariciando su mano que seguía en tu mejilla.
-¿Mami?
El pequeño Mateo se escondió detrás de ti al ver al gran hombre frente suyo.
-¿Mamá?
Steve miró a Mateo con un brillo en sus ojos haciéndote sonreír.
-Veconpapáhijo.
-¿Papi?
Asintió y el pequeño se fue corriendo a los brazos de Steve abrazándolo. Este lo cargó y besó repetidamente su mejilla, para luego abrazar a su pareja quién los veía sonriendo. Un abrazo familiar era lo que necesitaban en esos momentos.
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