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Domingo 9 de Octubre

Tracy

Mis manos están sucias.

Mis manos y mi conciencia también.

Cuando salgo del Volvo, no puedo evitar quitar la mirada de los ojos suplicantes de Stefano quien mira atónito la sangre brotando desde su abdomen.

El mismo abdomen que tiempo atrás vi cubierto de tatuajes, musculado y sensual a más no poder.

El mismo que ahora va atravesado por una bala cual podría matarlo convirtiéndome así en una asesina.

Y no es lo que deseo.

No es eso lo que quiero para mí.

No sé si existe el Cielo, tampoco si existe el Infierno, pero ahora mismo me lo planteo millones de veces mientras me siento una persona condenada y horrible, cruel, que no merece nada bueno. Es cierto que lo hice en defensa propia pero las excusas no cubren los actos y durante el forcejeo, posiblemente haya sido Stefano quien se dio el disparo a sí mismo, aunque yo estuve involucrada en ello siendo protagonista irrefutable de lo que sea que vaya a sucederle ahora.

-Tra...Tracy...-murmura.

Segundos atrás he buscado su arma debajo del asiento. Ahora sólo intento mantenerla alejada de él.

-Per...perdón, Stefano-murmuro conmovida y la voz se me quiebra. Las lágrimas brotan de mis ojos y me empapan las mejillas aunque hacerme la idea de que Theo correo peligro me llena de una valentía que no conocía hasta el momento.

-No...me...dejes...aquí-apenas tiene aire y me siento tan estúpida pidiéndole disculpas.

-Bus...buscaré un médico-le prometo-. Trata de...de aguantar, ¿sí? Traeré a alguien que pueda ayudarte y saldrás de aquí. Tú...tú solo...

Cierro la boca.

Hasta hace unos momentos intentaba sacarle la información que necesitaba para saber que quería matarme, sin embargo ahora que los roles se invirtieron, me siento realmente exasperada e inútil para lo que la situación requiere.

Su voz pidiéndome que no lo deje resuena en mi cabeza al igual que la sangre y sus ojos desorbitados.

Y lo siento tanto, me hace tanto daño saber que está a punto de morir y lo voy a dejar. Me percibo únicamente como una condenada al peor de los infiernos por haberle hecho esto a él: una persona cargada de odio y resentimiento por haber pertenecido toda su vida a un grupo tan poderoso como sádico. Por haberse enamorado de una chica que figuraba en el grupo enemigo. Por ser la primer pareja que se animó a contradecir las reglas e intentaron escapar pero no lo lograron y fueron capturados para someterlos a quién sabe qué experimentos.

Si Stefano me intentó hacer esto es porque pese a que tenemos mucho en común, él igual a Kylie, sólo responden a lo que su cerebro torturado les obliga.

Si tan sólo hubiere un modo de hacer que regrese parte de lo que eran. Si hubiere una manera de que regresen esos chicos que se animaron a jugar por su amor, podríamos cambiar mucho en nosotros.

La alternativa si existe o no, es algo que no puedo darme el lujo de pensar justo ahora. Apenas hemos pasado la medianoche del sábado y entramos a un domingo turbulento.

Quizás el más desastroso que vaya a tener en mi vida.

No, cariño, estoy segura de que los vas a tener domingos peores.

Oh, te lo agradezco, conciencia atolondrada.

Sólo te presento la realidad como es.

Me detengo al tiempo que mis pies se encuentran un bidón de cerveza en el suelo con una manguera conectada.

¿Acaso alguien viene a beber a este sitio? No creo que sea de ellos...

Considero ignorarlo y continuar mi camino, no obstante unos pasos más allá me encuentro un par de cerillos con una cajetilla de cigarros de la misma marca que... que le he visto fumar a Theo.

Los recojo y sin pensármelo dos veces, me dirijo hasta el bidón cual lo huelo y compruebo que tiene gasolina.

Decido cargarlos conmigo y avanzo cuando con dos ideas clave cuales no logro quitarlas de mi mente:

La primera: cuánto pesa un revolver es asombroso. En las películas lo manipulan con tanta facilidad que parece ser algo mucho más sencillo además, ¿de qué me va a servir? Apenas sé que a estas cosas sólo se les debe quitar el seguro antes de emitir el disparo correspondiente.

Y la segunda: no puedo dar aviso a una ambulancia del estado en que se encuentra Stefano. Me denunciarían a la policía e iría presa aún si intento declarar que fue en defensa propia. Ahí se iría al diablo mi carrera universitaria, mis planes, el proyecto de vida que intento forjar y para variar, mamá me mataría. Ya me la imagino diciéndome "te advertí que no te metieras con esa gente, ahora te las arreglas solita".

Mientras deambulo, finalmente logro divisar unas luces tenues que provienen de una lúgubre casa entre el montón de árboles de un claro repleto de maleza.

Trago saliva para deshacer el nudo incómodo de mi garganta y antes de seguirme adentrando al lugar, dibujo un circulo de gasolina justo en la entrada a la casa, siendo consciente de que hay alguien ahí dentro pese a que las ventanas se encuentras cerradas y nada puedo ver...exceptuando por una lateral. Se ve rota a medias y podría entrar a la casa desde ahí sin mayores problemas.

Una vez que termino de dibujar el círculo de gasolina, me adentro en el claro con una palabra decidida antes de que sea demasiado tarde:

-¡Kylie!

Retrocedo y quedo a unos cuantos metros del círculo pero dejé una línea que va directo donde yo estoy.

Arrojo el bidón lejos y sostengo con firmeza el cerillo en manos a la espera de que mi plan logre tener efecto.

Cruzo los dedos y un ruido de maderas crujiendo me llega a los oídos mientras la puerta empieza a abrirse.



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#BADBITCH #FinDeMARATON 

#BADBOYS #BOYTOYS

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BAD BITCH #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora