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Theo

Cuando vomito, el asqueroso alcohol sale aunque no es ni una cuarta parte de toda la mierda que he consumido.

Luego de que siento que ya no puedo más, me limpio la boca con el dorso del brazo y me arrojo al suelo, en el cubículo del baño dentro de esta alejada taberna, para abrazarme las rodillas e intentar calmar los repugnantes mareos que me están mortificando.

Cierro los ojos y La Muerte se aparece para torturarme como siempre hace. Como suele hacer cada maldita vez que el Infierno alza sus llamas para consumirme dentro de sí.

Un disparo.

Lo escucho.

Una. Y. Mil. Malditas. Veces.

Me cubro los oídos, sin embargo lo sigo escuchando. Está ahí. Junto con todos los gritos de mi cabeza.

Ni todo el alcohol del mundo podrá callar esas voces.

Hasta que cierta sensación de sofoco me nace desde el pecho y se apodera de mi cabeza, atenuando mis sentidos completamente y cierro los ojos mientras un recuerdo invasivo se hace presente de manera viciosa pero imponente.


-Juro que este será el último.

-Es lo mismo que dijiste hace una hora.

-Aguafiestas.

Rick a un lado. Ethan al otro. Los dos instándome a seguir bebiendo aún cuando se supone que soy el "conductor designado" y por el bien de mi coche, no debería seguir haciéndolo.

-Ustedes pueden beberse la última-les dije y busqué la cajetilla de cigarros en el bolsillo trasero de mi jean-. Cuando terminen, pueden buscarme fuera.

Salí del bar y me incorporé en la puerta pensando cuán nefasto sería llegar ebrio en mi primer día de clases. Al día siguiente comenzaría un nuevo semestre escolar. Sería "interesante" volver a la misma rutina aburrida de siempre.

Qué va, estaba a punto de cumplir dieciocho y en la Bad House no existe límite para poder beber. Consideraba la idea de embriagar a Audrey, acostarme con ella y hacer de cuenta que todo iba de maravilla.

En ese momento, deseaba sacar mi vida de su «Piloto Automático» para hacer las cosas de acuerdo a cómo yo mismo las desease.

-Oye.

No hizo falta darme la vuelta para percibir a Ethan quien se acercó para quedar a mi lado.

-¿Tienes uno que me convides?-me preguntó.

-Creí que aguardarías por otra cerveza.

Luego de encender el mío, le pasé otro a él.

-Mi hija no estaría muy orgullosa de mí si me bebiera otra-murmuró.

-Digamos que tampoco ella se ha esforzado mucho por saber de ti.

-Al diablo. Supongo que la madre se ha encargado de hablarle de mí y no es difícil saber que no han sido precisamente maravillas.

-¿Y tú por qué no has intentado con acercarte a ella?

Entra el humo.

Me llena los pulmones. Me quema. Sale. Y se lleva un poco de mi vida.

-Lo intenté-me contestó-, pero su madre ya me ha dejado en claro que no soy lo suficientemente bueno para mi propia familia.

-¿Ella sabe de qué lado estás tú?

-Por supuesto. Por eso mismo no me desea cerca.

Vaya.

Entra el humo. Me vuelve a quemar. Vuelve a salir.

BAD BITCH #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora