-Ah... y...yo...-digo sin poder articular una maldita palabra.

Su cabello está muy largo en comparación a las últimas veces que lo he visto.

Lo cual queda terriblemente sexy.

Parece ser que se ha lavado la cara y arrojado el flequillo hacia atrás. ¿Cómo demonios puede alguien tener tanta belleza junta aún con un aspecto tan desordenado como el que lleva en AHORA mismo?

Ahora y siempre.

Verdad.

Las Tracys de mi interior se abanican con las manos. Primero por separado y luego una a la otra sin poder dejar de mirar al terrible cuerpo de dios griego que tenemos en frente. En este instante están demasiado ocupadas como para ponerse a pelear nuevamente, esas son cosas de niñas que quedan para instantes en los que no tenemos a un Theo Landon semidesnudo frente a frente.

-Creo que sigues un poco dormida-asevera él y se acerca a la lámpara que está en la mesa de luz, a un costado. La enciende y el brillo exalta aún más su erección.

Mieeeeeeeeeeeerda, sabe lo bien que se ve, es consciente de que me está matando su ENORME sensualidad y juega con eso, con mi inocencia.

Bueno...a esa la perdí en el momento que descubrí que los libros en PDF se podían leer desde el móvil pero este momento es completamente distinto.

Parpadeo ante la luz y Theodore me pregunta, acercándose a la cama:

-¿Te molesta si...?-señala mi lado y quiero gritarle "¡SÍ, MALDITO PERVERTIDO, ME MOLESTA QUE ME HAYAS SACADO DE MI CAMA Y AHORA TE ESTÉS METIENDO BAJO LAS SÁBANAS DEL LUGAR AL QUE ME TRAJISTE!". Es una suerte que lleve el pijama puesto sino, al verlo en ropa interior y si yo hubiere estado en su misma situación, ya le estaría gritando un rosario de insultos. Es más, ahora mismo se lo voy a decir:

-N...No... No me molesta. Adelante.

Okay, lo intenté.

El corazón me va a mil. Es como si fuere la primera vez que estoy con él, tan cerca, con tan poca ropa, con tanta intensidad a la vez.

Deja de preocuparte, ¿te olvidas que es tu amigo?

No lo es.

Para él, tú sí lo eres.

Quizás.

Te lo dijo hace tiempo. Es hora de que revean sus conceptos.

Cuando Theo levanta las sábanas y entra a la cama, a mi lado, se escapa la tela de mi rostro y el olor a menta fundido con tabaco tan propio de él, lejos de irse, se intensifica. Es aún mejor con él cerca.

-¿No vas a preguntarme qué haces aquí? ¿Por qué te traje?

Estoy aquí porque me dejé que lo hicieras y me trajiste para violarme pero creo que sigo intacta, para mi desgracia.

No, no puedo responder eso.

Sólo frunzo el entrecejo hacia arriba en gesto de timidez y me encojo de hombros.

-Bueno, es que yo...-empieza-, tenía algunos problemas para conciliar el sueño.

-¿Pe...pesadillas?

-Algo así. Pepesadillas.

Tengo tantas dificultades para articular las palabras que Phoebe me daría mil abofeteadas por no seguir a la letra sus lecciones de «perra mala».

A veces la norma es necesario romperla un poco cuando no te están vigilando...

-¿Qué clase de...PESADILLAS?-digo esta vez, un poco mejor.

Eso es, lo estoy logrando.

-En realidad es precisamente lo contrario: No podía conciliar el sueño. No dejaba de pensar y de darle vuelta a unos cuantos asuntos. Lo que es peor es que aún no es podido hacer lo que estrictamente se llamaría «amigos» en esta residencia por lo tanto necesitaba alguien con quien hablar y bueno, tú apareciste como opción meritoria en mi cabeza.

-¿Para hablar?-pregunto y me muerdo la lengua.

Claro, tonta, qué otra cosa piensas que pueden hacer.

-No lo sé-responde y esta vez es él quien se hunde de hombros.

Vuelve su mirada a fijarse en la mía. Se muerde el labio inferior y separo los míos de manera instintiva. Es asombroso que mi cuerpo entero empiece a prepararse para recibirlo pero quizás es la necesidad de tenerlo cerca debido a que... bueno, quiero tenerlo a poca distancia... Se entiende, ¿no?

-¿De qué... te gustaría hablar?-le pregunto. Y a cada instante se acerca más.

Su mano afirmada en la almohada le hace extender el brazo y los músculos se marcan bajo la luz tenue de la lámpara que lame cada centímetro de su piel tatuada.

-Creo que eso sería innecesario ahora-asevera.

Y antes de vérmelo venir, cierro los ojos.

El aliento se me escapa en el instante que junta su boca a la mía y me besa. Me besa con la boca abierta, con su lengua saboreando la mía, le rozo los dientes, inhalo profundo de su aroma, mis labios acarician su barba incipiente y el cosquilleo en mi abdomen crece sin piedad.

Me dejo caer en la almohada sin dejar de besarlo. Theo se sube encima de mí y hace la sábana a un lado.

Jalo de su labio inferior con mis dientes y le rodeo la espalda con mis manos, presionándole los músculos marcados sobre los omóplatos.

Él separa sus labios de los míos y por un momento lo extraño hasta que siento una ligera electricidad en la piel al darme cuenta de que su mandíbula ha descendido hasta rozarme el cuello. Sus labios me besan tras la oreja y me retuerzo.

Subo mis manos hasta tironearle del cabello dejándome llevar por la necesidad del placer que crece y crece dentro de mí en la medida que cada parte de mí pide más de él.

Abro mis piernas y le rodeo la cintura. Siento con devoción su entrepierna presionando mi sexo y sumida en el mejor de los placeres con su beso en mi cuello.

Al principio intento contener los jadeos, los gemidos cargados de tensión sexual que se acumulan en mi garganta pero llega a un punto que no lo tolero más y los suelto. Hecho que parece ser música intensa para los oídos de Theo ya que se aparta por un pequeño instante y se quita la musculosa.

Desde abajo, tengo una vista perfecta de su torso, del rosal, de las espinas, del incipiente vello en su pecho que recorre sus pectorales, su abdomen hasta el valle de su ombligo cual no deja lugar a la imaginación al notar el principio de su pene por debajo del elástico del bóxer apresándolo.

Las letras chinas que rezan «¿DE QUÉ LADO ESTÁS?» se meten en mi cabeza y cuando Theo intenta volver a mí, me quito la camiseta del pijama y hunde sus labios en mi clavícula. Poseída totalmente por su talento, por su masculinidad, por su olor característico, por los triángulos que se unen al extender nuestros brazos...

«¿De qué lado estás?» me pregunta su cuerpo.

Y la respuesta llega como un chispazo que enciende la dinamita en el mío:

«Del tuyo. Siempre.»


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BAD BITCH #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora