▲ 119 ▼ (Tercera parte)

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-Ahí tienes la nómina de asignaturas en las cuales puedes inscribirte.

-¿Y por qué se menciona la misma en algunos casos, por docentes distintos?-le pregunto a la secretaria morena que mastica chicle de manera repugnante.

-Porque si te llevas mal con uno, puedes echarle el ojo a otro.

Una joven pelirroja que viste de negro, cadenas y tienes los labios pintados de rojo intenso, agrega mientras se anota al igual que debería hacer yo:

-¿Hay catedráticos que estén buenos?

Otra de las secretarias, más vieja y regordeta se acerca a la muchacha que hizo el comentario. Parece que va a darle una buena reprimenda, la expulsará, la insultará por ser tan poco decente, la expulsará de la IVU y establecimientos aledaños... no obstante, abre sus labios gruesos y acota:

-Fíjate las clases del profesor Evans. El muy desgraciado está para comérselo.

Me quedo boquiabierta (babeando de imaginarme por poco a ese profe).

-Imagínate un hombre de cuarenta, muy bien conservado, que te dicte clases sobre Literatura Erótica-añade la morena.

-Acá dice "Lenguas Románticas del Renacimiento".

-Es lo mismo. Tú inscríbete en esa, conoces las interesantes lenguas que te enseñará y luego te planteas las demás asignaturas. Sólo con que cumplas el cupo de Primer Año es suficiente.

-Bien.

-Ay...

-¿Y tú?-me pregunta la pelirroja.

-¿Yo... qué?

-¿Vienes con el profesor Evans?

-Yo...-empiezo-, preferiría...

-¿Las mujeres? Oh, disculpa. No sabía.

-¡No! Digo, que preferiría conocer toda la nómina de asignaturas.

-Ah, descuida. ¿Cómo te llamas?

-Tracy. ¿Y tú?

-¿Tracy cuánto?

-Smith...

Me sorprende que anota algo en la lista. Luego me la pasa y antes de irse, añade:

-De nada.

Mi nombre está en Lenguas Románticas del Renacimiento y, a decir verdad, tengo un poco de interés en conocer a este docente por el cual se babean todas.

Incluidas las ciento treinta inscritas en su cátedra.

Incluidas las ciento treinta inscritas en su cátedra

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¿Habitación 118-A?

Demonios, si cada umbral que cruzo parece un hotel.

Deambulo entre los pasillos con la valija a rastras, a la cacería de mi refugio en los próximos cinco años de mi vida (por lo menos). Tendré tiempo de sobra para salir a conocer la nueva ciudad que me contendrá.

Algunos rostros chismosos reparan en mí al verme buscando el número señalado y me sorprenden las ojeras enormes, expresiones agotadas, hombros caídos de muchos. Otros, en cambio, son gestos radiantes que parecen risueños, borrachos y burlones.

Los número ya se acercan al 118. Cada número tiene su habitación A, su habitación B y la C.

112-A. 112-B. 112-C. 113-A...

Quedan por lo menos diez puertas. Me pregunto quién será mi compañera de cuarto.

Se supone que este sector de la residencia es para chicas, no obstante, algunos varones salen despreocupados desde los cuartos.

Ay Dios, me pregunto cuántos bebés se cocinan al año en estas residencias.

Mi corazón se acelera al ver la entrada número 117-C.

Es la siguiente.

Las Tracys de mi interior dejan de amenazarse una a la otra para hacer una tregua los próximos minutos. Necesitaré de ambas para afrontar lo que nos depara.

Me sostengo con fuerza de mi mochila a la vez que mis yoes interiores se abrazan y empiezan a lloriquear.

«Bien... es hora.»

Miro que la llave esté en su posición correcta, la inserto en la cerradura aunque no es necesario quitarle el seguro porque no lo tiene. Giro la manija e ingreso.

Lo primero que impacta en mi visión son las paredes pintadas de color rosa pálido. Hay una cama cercana a la puerta, correctamente arreglada y un ventilador de pared en un costado. Tiene cubrecama lila, almohada blanca y una lamparita portátil en el cabezal. ¡Siempre quise una de esas! Casi puedo sentir mis libros vibrar de alegría dentro de mi valija.

Paralela a la que ha de ser mi cama, se encuentra otra idéntica aunque desordenada, sólo con dos mesitas de noche entre ambas. Frente a la cama antagónica se encuentra alguien que distingo de espaldas ya que parece estar haciendo un lugar en el guardarropa

Tiene pantalones verdes muy sueltos, camiseta negra, pelo corto teñido de naranja y castaño. ¿Qué diablos? Es un...

-¡Hola!-le saludo.

¡¿Es un varón?! Nadie me dijo que estas habitaciones serían compartidas, es que un rayo debería partirme ahora mismo. ¿Cómo es que en adelante, voy a cambiarme de ropa? Tendré que salir ya vestida una vez fuera de la ducha... que por cierto, no visualizo ningún baño en este cuarto... ¿A quién le pediré toallas higiénicas cuando esté con la regla o calmantes fem para el dolor de ovarios?

-¡Hola!-le insisto. No pienso tolerar que otra vez, un maleducado estudiante no se digne a devolverme el saludo-. ¿Cómo estás? Disculpa, no quería invadir tu espacio. -El individuo sigue ocupado en las prendas del armario.

Tendré que hacerlo por las malas así que dejo la valija y mi mochila contra el borde de la cama. Avanzo donde mi compañero de cuarto y estrecho mi mano:

-Mi nombre es Tracy y seré tu invasora hasta que me gradúe. Por cierto, ¡no sabía que las habitaciones fuesen mixtas!

En cuanto termino de pronunciar la última palabra, mi colega se detiene. Es como si hubiese quedado paralizado.

Acto seguido arroja las prendas que tiene en la mano contra las paredes internas del mueble y se gira muy lentamente.

No...puede...ser...

-Hola, compañera Tracy-dice al fin-. Te agradecería el cumplido pero no me cayó en gracia, ¿sabes?

Alza sus puños y se hace crujir los nudillos.

Es una chica.

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#BADBITCH #FindeMaraton

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BAD BITCH #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora