Capítulo 43

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No reconocía el hombre en el que se estaba convirtiendo; nervioso, desconfiado e irascible. Los días en el trabajo se le hacían más pesados que de costumbre y todos parecían preferir mantenerse alejado de su compañía, aunque tampoco es que él la buscara demasiado.

El comportamiento extraño de Violet estaba volviéndole completamente loco, y comenzaba a dudar de si quizás no fuera su imaginación la que le estaba jugando una mala pasada. Pero cada vez que contemplaba esa posibilidad, recordaba nítidamente cómo su esposa había cambiado de forma radical en las últimas semanas. Se mostraba fría, esquiva, misteriosa... La conocía demasiado bien como para saber que estaba ocultándole algo, pero no alcanzaba a saber qué.

Aunque una parte de él le había implantado la semilla de la discordia desde casi el inicio de tal cambio, y en sus peores momentos de debilidad le invadía la mente como un virus. Un amante. Era la explicación más lógica que encontraba a esa situación, y la que más le aterraba.

Amaba por encima de todo a su esposa, había quedado prendado de ella desde el primer momento en que la vio, echada sobre aquella cama de hospital después de que la asaltaran. Recordaba que cuando la despidió aquella mañana había deseado poder quedarse más tiempo para averiguar sobre ella y conocerla, pero su destino estaba sellado a la guerra.

A pesar de no haberse podido acercar a ella como hubiese querido, tardó más tiempo del que esperaba en sacarla de sus pensamiento, y cuando años después la reencontró en aquella fiesta, no podía creérselo. Seguía igual de preciosa que entonces, aunque su actitud era diferente, una profunda tristeza la invadía y por mucho que se esforzase en aparentar delante de sus familiares y amigos, él no dejaba de ver esa sombra en sus increíbles ojos azules.

Desde entonces, decidió que haría todo lo posible por volver a poner en ellos la luz que estaba seguro un día tuvieron, ella no se merecía vivir de esa manera, y él se encargaría de recordárselo. Se acercó a ella y permaneció a su lado incansable, a pesar de su inicial rechazo, continuó a su lado hasta que comenzó a ver que se habría una brecha en su escudo de frialdad.

Y casi sin darse cuenta, se enamoró de ella. De su frialdad, de su dulzura, de su carácter y su paciencia. Tenía todo lo que él siempre había deseado en una mujer, y sentía que complementaba su vida a la perfección, por eso no dudó ni un instante en pedirle matrimonio. No quería desaprovechar la oportunidad de pasar toda su vida con la mujer que le hacía tan feliz.

Los recuerdos sobre todo lo que habían vivido desde entonces le inundaban y no podía evitar sentir la emoción clavada en su garganta, igual que el día que la vio caminar hacia el altar, o cuando pasaron su primera noche como marido y mujer en su nueva casa.

Desde entonces habían vivido regalándose amor y cariño todos los días, y no podía soportar la idea de que ahora ese amor y cariño le perteneciese a otro. ¿Qué era lo que había hecho mal? ¿Acaso no era un marido devocional? Dudaba de que hubiese alguien en el mundo que pudiese darle tanto cariño como él le profesaba, pero quizás el problema fuese más básico y primitivo.

Era consciente de que pasaba muchas horas trabajando para el gobierno, y ella se entregaba en cuerpo y alma en el hospital, así que cuando llegaban a casa por las noches muchas veces preferían cenar y charlar tomando una copa de vino en el salón antes que desatar su pasión en la alcoba. Pero tampoco consideraba que la frecuencia de sus encuentros fuera tan escasa como para tener que buscar alivio en alguien externo. Para él resultaba imposible la idea de tener entre sus sábanas a alguien que no fuera ella, porque no había mujer que pudiera alcanzar el grado de perfección que ella poseía en todos los aspectos.

Una vez más dio un largo trago a su taza de café e intentó desechar esos pensamientos de su cabeza, a fin de cuenta tampoco tenía ninguna prueba que confirmara sus sospechas, y se sentía mal por llegar a pensar así de Violet. Tal vez hubiese alguna circunstancia que la preocupase y por algún motivo no quisiera compartirlo con él.

Violetas en las Cenizas ©Where stories live. Discover now