Capítulo 1

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       Charlotte Ford no había dejado de hablar de la fiesta de bienvenida que le habían preparado para esa noche, de las autoridades importantes que estaban invitadas a venir gracias a la influencia de su marido Graham y de las ganas que tenía de presumir delante de todo el mundo de su hija mayor, la educada, encantadora e inteligente Violet, que se había graduado con honores en la Universidad de Cambridge.

       Y a la muchacha empezaba a entrarle dolor de cabeza. Jamás le habían gustado las fiestas ostentosas que organizaba su madre, ni tener que pasarse la noche saludando y siendo amable con gente que ni siquiera conocía. Hacía diez años que se había ido de aquella casa, ¿a quién pretendía su madre que saludara? No conocía a nadie, sus amigas de la infancia apenas la recordarían o quizás ya se hubieran casado y marchado a otra ciudad. ¿Quién iba a acordarse de ella si se marchó con solo once años de allí?

       Todo aquello le parecía un disparate, quería desaparecer, volverse invisible.

—Mi pequeña, te he preparado una taza de té con unas galletas —Faith apareció con una bandeja.

—Gracias Faith, pero no tengo apetito.

—Vamos, las he preparado yo, igual que cuando eras niña —insistió, señalando las galletas. Violet sonrió y la dejó que le sirviera.

—¿Podrías quedarte aquí un rato conmigo? —le suplicó con los ojos brillantes.

—Claro que sí preciosa, pero tienes que decirme qué te pasa.

—¿A qué te refieres? —preguntó Violet. Pero aquella mujer sabía mirar en su alma a través de sus ojos. Sabía que había algo atormentando su cabeza y no soportaba  verla sufrir.

—Cuéntamelo —insistió. Y Violet agachó la mirada—. Pequeña, sea lo que sea tiene solución.

—¿Tú crees? Llevo diez años fuera de esta casa, he vivido alejada de todos mis seres queridos desde que tenía once años, solo podía volver a casa en vacaciones, y después de ingresar en la universidad no me permitían volver a mi casa, mi propia casa. Ahora que tenía mi vida establecida en Cambridge…

—¿Quieres volver allí?

—No Faith, no lo entiendes… No pertenezco a ningún sitio, no tengo un lugar al que llamar mi hogar. Estoy sola.

—Cariño, tú no estás sola. Tienes a tu familia que te adora, y Richard…

—No Faith, él no va a venir… —la interrumpió. Entonces la mujer comprendió el porqué de sus males. Amor—. Hace unos días, fui a buscarlo al hospital para darle una sorpresa, y lo descubrí con una de las enfermeras. Estaba engañándome con una compañera de clase.

—Oh tesoro… cuánto lo siento —la abrazó para consolarla, pero ella no derramó ni una lágrima.

—Mi madre ya tiene casi todos los preparativos de la boda y él se ha dedicado a engañarme con esa pelandusca de tres al cuarto.

—Violet, esos modales. Yo no te enseñé a hablar así —la reprendió Faith—. La señora entenderá que anules la boda, no permitiría que te casases con un hombre así.

—¿De verdad? ¿Cuántas veces ha antepuesto mi madre lo que me convenía antes que su reputación en sociedad? —le preguntó, y ambas sabían la respuesta—. No quiero pasar el resto de mi vida al lado de un hombre que no me ama, y al que yo tampoco amo.

—Pequeña, ¿le has amado alguna vez?

—¿Cómo? Claro que le he amado Faith, vaya preguntas haces.

—Cuando te enamoras perdidamente de alguien, los ojos se te llenan de luz, la sonrisa no se borra de tus labios. Tu respiración se acelera cuando lo ves llegar y te tiemblan las piernas mientras te besa. Te cuesta respirar si no estás con él. Sientes que no estás completa, y todos y cada uno de tus sueños, de tus anhelos y pensamientos son para él.

Violetas en las Cenizas ©Where stories live. Discover now