Capítulo 14

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       Había pasado la peor noche de su vida, y no creía que pudiera volver a conciliar el sueño sin recordar a aquel hombre encañonándola y disparando contra John. Apenas había dormido unas cuantas horas pero se negaba a volver a cerrar los ojos, prefería deambular muerta de sueño por la mansión a volver a revivir esos angustiosos momentos.

       Con el cuerpo más dolorido de lo que pensaba, se incorporó en la cama e intentó desperezarse, recibiendo un latigazo de dolor que le recordaba que su cuerpo no estaba en perfectas condiciones. Se examinó con cuidado las heridas y tras comprobar que continuaban bien decidió bajar a desayunar. Faith se escandalizó en sobremanera cuando la vio descender por las escaleras, y su padre y Holly intentaron que regresara a la cama, pero todo fue en vano.

—No voy a pasarme los días en la cama como si estuviera convaleciente. Solo me duele un poco el cuerpo, tenía dolores peores cuando me caí de tu caballo a los diez años —dijo mientras tomaba asiento.

—Aun así, deberías descansar. No es bueno que después del susto de ayer…

—Padre —le interrumpió con una mueca de dolor—, te agradecería que no mencionases otra vez lo de ayer. Prefiero no recordarlo.

—Claro cariño, tienes razón —asintió él, dándole un beso en la cabeza—. Faith, prepárale una buena taza de café caliente y trae uno de tus pecaminosos pasteles.

—Enseguida señor —respondió la sirvienta con una sonrisa.

—¿Y Mal? ¿Aún no ha bajado a desayunar? Se le han pegado las sábanas —bromeó mientras bebía un sorbo de zumo de naranja.

—Tu amiga se marchó temprano esta mañana —respondió Graham.

—¿Irse? ¿A dónde? —aquello no era habitual en su amiga.

—Ha ido a visitar a John, quería asegurarse de que no necesitaba nada —contestó Holly, mirando de soslayo a su hermana, que no pudo evitar que su rostro adoptara una expresión de sorpresa y cierta decepción.

—¿A John? ¿John Darrow? —preguntó para asegurarse, aunque sabía que no existía otra posibilidad. Su hermana respondió con un ruido nasal.

—¿Acaso conoces a otro? —dijo ella, lo que provocó que la expresión de Violet se acentuara.

—Vaya, qué amable… —contestó con una forzada sonrisa. El resto del desayuno no abrió la boca más de lo estrictamente necesario, y Holly no dejó de mirarla significativamente.

       Ella podía tener solo diecisiete años, pero el semblante sombrío de su hermana le hacía darse cuenta de que la sangre le estaba hirviendo por dentro al imaginarse a Malorie con John, y a pesar de que ella jamás hubiera besado a ningún chico todavía sabía de sobra que su hermana se moría por hacerlo con John. Aunque si lo pensaba bien… ¿Quién no querría besarlo? ¡Aquel hombre era perfecto! Ella no había conocido nunca a Richard, las veces pocas veces que sus padres fueron a Cambridge para conocerle ella tuvo que quedarse al cuidado de Faith, pero estaba segura de que no le llegaba ni a la altura del betún a John, ni a ninguna otra. Había que ser demasiado hombre para poder alcanzar a tener un atisbo de esa sensualidad que él desprendía solo con caminar. Su espalda ancha y sus apretados brazos hacían que no pudieras dejar de mirarlo, y si a eso le añadías la expresión fría y dura que mostraba continuamente, era la suma perfecta para un flechazo incontrolado.

       Y por mucho que su hermana se negara a aceptar la evidencia, ella también se había quedado prendada de él, igual que Mal, e igual que la mitad de las jóvenes de Southampton. Violet terminó veloz el desayuno y subió a su habitación para descansar, o al menos eso dijo, porque a los pocos minutos de haber desaparecido, volvió a bajar y la llamó chistando desde la puerta de entrada, para evitar que la vieran su padre y Faith.

Violetas en las Cenizas ©Where stories live. Discover now