Capítulo 40

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¡Hola a todas!

Estoy siendo la mar de buena colgando los capítulos tan seguidos, teniendo en cuenta la espera que os ha tocado tragaros estos últimos meses. Espero poder seguir así :)

Bueno, aquí tenéis el siguiente, que como siempre está cargado de muchas muchas emociones y que espero que os guste.

La canción que adjunto deberíais escucharla más o menos cuando John está hablando con Holly, al menos yo escribí esa escena en concreto escuchando la canción y espero que ayude a transmitiros lo que yo pretendía.

Bueno, que no me enrollo más, disfrutad de la lectura y nos vemos muy muy pronto.

¡Mil besitos! =)

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Astor, así se llamaba la hija de Holly. Apenas se había acordado de su embarazo durante la guerra, y ni siquiera cuando regresó a Londres, pues Violet ocupaba todos sus pensamientos, pero ahora que sabía que la pequeña de los Ford había dado a luz a una niña, no pudo evitar sentirse muy dichoso. Se imaginó por un instante cómo habría sido su vida si nunca se hubiese alistado en el ejército, si hubiese huido con Violet y su familia a Estados Unidos desde el principio. Imaginó a la revoltosa Holly con una silueta redondeada y a su hermana colmándola de atenciones, y el día en que trajera al mundo a esa pequeña, habría visto reflejado el más puro amor fraternal en los ojos de Violet.

Pensó incluso en que la enfermera y él podrían haber sido los siguientes en disfrutar de la bendición de un nuevo miembro en la familia, y lo felices que habrían crecido sus hijos al estar rodeados de toda la gente que les querían, lejos de la sangre, lejos de las bombas y el terror. Sin duda habría sido una bonita y maravillosa vida. Pero el destino tomó distintos caminos y una vez más quiso ponerles a prueba, los llevó hasta el límite de la desesperación y ahora volvía a unirlos de nuevo, con aquellos seis años cargados a sus espaldas como una lacra invisible.

Pero no importaba, todo carecía de importancia porque había vuelto a su lado, volvía a poder disfrutar de su presencia y no descansaría hasta volver a encontrar ese amor enterrado en las cenizas causadas por la guerra.

Golpeó nervioso con los dedos el regalo envuelto de Astor mientras el taxi se aproximaba hasta North Shore y se preguntó si habría acertado. Él nunca había sido dado a hacer regalos y mucho menos a niñas de seis años, pero la dependienta de la juguetería le aseguró que a todas las niñas de esas edad les volvían locas las muñecas. Aunque a él le resultaba siniestra la idea, confió en su palabra y gastó el dinero con recelo, no quería hacer el ridículo delante de los Ford.

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se vieron y lo último que le hacía falta era arruinarle el cumpleaños a la que sin duda sería la niña de los ojos de Graham, Violet y por supuesto Holly.

Se estiró las mangas de la camisa y deseó no ir demasiado informal a la celebración. Recordaba la vez que fue convidado a comer a casa de Violet después del incidente de Ocean Village y no había ni un solo invitado que no fuera con traje y corbata, pero aquel era el cumpleaños de una niña, tampoco eran necesarios tantos formalismos, ¿o sí?

Sacudió la cabeza y reprendió a si mismo por ser tan tonto. ¿Qué importaba la vestimenta? Todo le daba igual con tal de volver a ver a Violet y poder encontrar un momento de paz para hablar con ella. Tenían tantas cosas por decirse...

-Señor, hemos llegado -el taxista le sacó de sus pensamientos y lo miró con impaciencia.

-¿Seguro que es aquí? -preguntó John mirando por la ventanilla.

Violetas en las Cenizas ©Where stories live. Discover now