Capítulo 19

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¡Hola a tod@s!

Ya sé que voy con retraso (otra vez) pero ya sabéis que en la época que estamos el trabajo se acumula y con las fiestas que se aproximan no hay tiempo de nada.

En fin, el capítulo de hoy es algo más corto de lo habitual, pero quería dedicarlo exclusivamente a ese tema en concreto, porque me parece que es un punto clave en el desarrollo de la historia... pero ¡no digo nada más!

Espero que os guste, que paséis unas felices fiestas junto a la gente que os quiere, y empecéis el año nuevo cargado de energía y buenos momentos.

¡Un beso muy fuerte y hasta el próximo capítulo! =)

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Dio un sorbo a la taza de té humeante y caliente que ella le ofrecía, sintiéndose por momentos reconfortado y olvidándose de sus pensamientos contradictorios. Sentía que estaba en alerta constante, preparado para saltar por la ventana si hacía falta, y sin poder dejar de pensar por qué estaba allí.

Camile se sirvió una taza e hizo el amago de sentarse a su lado, pero enseguida desechó esa posibilidad y ocupó el asiento de enfrente. El silencio reinaba en la gran casa de piedra, siendo solo interrumpido por el crepitar de las llamas. John tenía muchas cosas por decirle, jamás había tenido la oportunidad de hablar con ella después de lo que ocurrió, y aunque se sorprendió de que ella le dejara entrar, en esos momento no encontraba la fuerza necesaria para dejar escapar todo lo que llevaba tanto tiempo guardándose.

—Bueno… ¿qué te trae por aquí John? No pensé que volvería a verte… nunca —Camile rompió la incómoda situación sin apenas mirarle a los ojos.

—Yo tampoco pensé en volver a verte Camile, no ha sido algo que estuviera en mis planes —respondió él—, aunque he de admitir que después de lo que hiciste pensé que te habrías marchado de este pueblo, a la capital, a disfrutar de la buena vida.

—John por favor… —suplicó, cerrando los ojos y agachando la cabeza. El muchacho casi sintió lástima por ella al verla tan avergonzada, pero enseguida esa herida mortal que aún le escocía en el corazón le recordó que fue ella quien arruinó su vida.

—Lamento que no te resulten gratas ni mi presencia ni mis palabras, pero creo que los dos sabemos que no te mereces que me deshaga en halagos a ti.

—¿A eso has venido? ¿A recriminarme lo que pasó hace dos años?

—Lo que pasó no, lo que hiciste Camile, lo que tú hiciste —enfatizó mientras la señalaba con el dedo. Dejó la taza de té sobre la mesita y apretó los labios, a cada palabra que decía sentía una fuerte opresión en el pecho y unas incontrolables ganas de liberar su rabia.

—No tuve elección John…

—¿Que no tuviste elección? —repitió incrédulo—. No, por supuesto que no, para ti no había nada que elegir, el dinero siempre estuvo antes que nadie. La culpa fue mía por pensar que tenías algo de humanidad y…

—¿Y qué? Continua.

—Olvídalo —contestó él. No dejaría que ella fuera testigo del inmenso amor que había sentido, y que no sabía si aún sentía.

Camile dio otro sorbo a su taza y suspiró, entonces John aprovechó para mirarla mejor. Su aspecto había envejecido desde la última vez que la vio, unas azuladas marcas bajo sus ojos destacaban en la piel de marfil que poseyó una vez, su larga y brillante melena castaña ahora se había acortado, y la llevaba recogida en una descuidada coleta al hombro. Sus manos y uñas, siempre finas y delicadas que tantas veces se habían clavado en su espalda con gritos de placer, ahora estaban más arrugadas. Definitivamente el tiempo no había hecho méritos con ella.

Violetas en las Cenizas ©Where stories live. Discover now