Capítulo 15

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      Decidió tomarse un tiempo prudente de desconexión centrándose exclusivamente en el trabajo del aserradero y la pastelería, no quería que sus inestables sentimientos empezaran a quitarle el sueño, y sabía de sobra que la mejor forma para evitar aquello era cortando de raíz el origen del problema. Había estado a punto de besarla. Ya no había excusa posible que pudiera poner para hacerse creer que no la deseaba, y eso le estaba atormentando. No podía volver a caer en el mismo error, ¿cuántas veces necesitaba darse de bruces para comprender que el amor tenía un precio? Camile le hizo darse cuenta de esa amarga realidad, y aunque supiera que Violet no era como ella, pertenecían a la misma clase, eran del mismo mundo y por tanto sus reglas y las de ella en el amor eran las mismas. Él no podría ofrecerle nunca grandes mansiones, ni ropas caras, ni regalos bonitos… Él solo era bueno en una cosa, en desvivirse amando a la otra persona, y ya había comprobado que aquello no era suficiente para gente como Violet.

       No la culpaba a ella, la enfermera había conseguido demostrarle una parte de su buen corazón, y precisamente había sido eso lo que provocó que las alarmas de sus sentimientos saltaran. Ella era una mujer con una belleza increíble, merecía ser feliz y tener todo lo que quisiera, y él jamás podría dárselo. Si se dejaba llevar por los placeres mundanos los dos entrarían en una espiral de pasión y deseo desenfrenado que culminarían en un inevitable desenlace: ella encontraría un hombre que pudiera ofrecerle todo lo que él no tenía, le abandonaría y él se quedaría destrozado.

       Prefirió evitarse todo aquel drama, y si tenía que pasar días sin verla para conseguir que su inoportuno corazón dejase de sentir lo que sentía, lo haría.

       Violet no se atrevió a pisar la calle en varios días, por miedo a encontrarse a John y no saber cómo reaccionar. Habían estado a punto de besarse, John Darrow casi la besa, el mismo que la había salvado, el mismo que la había odiado. Todo era demasiado confuso, no entendía qué le estaba pasando y eso la asustaba. No estaba segura de que si volvía a tener la oportunidad, no intentara besarla de nuevo, y no quería que eso se repitiera. Era cierto que se había mostrado receptiva, y que una parte de ella se lamentó por no culminar aquel beso, pero tenía claro que no podía volver a pasar. Además había sido él quien la apartó, evitando el beso, y no comprendía el motivo. ¿Qué había hecho cambiar a John de opinión para no querer besarla? Tal vez hubiera recapacitado y entendido que aquello era del todo inapropiado, o quizá se había dado cuenta de que ella en realidad no le gustaba como él creía…, tal vez prefería besar a Mal… Su amiga era tremendamente atractiva, y había dejado más que claro su interés en él, y aunque John no se hubiera mostrado abiertamente atraído hacia ella, estaba segura de que en su interior, la naturaleza de su sexo le empujaba irremediablemente a los brazos de la imponente belleza rubia.

       De pronto se sintió estúpida por haber llegado a pensar que quizá John sintiera algo por ella. ¡Qué locura! ¡Pero si él la odiaba! Nunca fue amable con ella hasta que cruzó la línea, y estaba segura de que fue por causa de su madre que cambió su actitud y fue a disculparse, pero en realidad su antipatía hacia ella no había desaparecido, simplemente había adoptado otra forma, menos directa y más sibilina.

       La rabia se apoderó de ella y le entraron ganas de tirar todos los objetos de su habitación contra la pared. Cómo lamentaba haber conocido a ese hombre. Por su culpa su relación con Mal se había enfriado y para colmo estaba escondida en su propia casa por no encontrárselo, y mientras tanto él estaría deambulando por las calles de la ciudad sin ningún tipo de remordimiento. Pero hasta ahí había llegado. Pondría fin a su cautiverio aquella misma mañana, se dedicaría a arreglar las cosas con Mal y todo volvería a la normalidad.

       Salió decidida de su habitación, y sin llamar a la puerta, entró en la habitación de Malorie. No la encontró ahí, pero escuchó el grifo de la ducha y cómo tarareaba una canción, al tiempo que se escuchaban los sonidos depositando objetos en la estantería. Sin pensárselo dos veces, irrumpió en el aseo, sorprendiendo a una prácticamente desnuda Mal.

Violetas en las Cenizas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora