Capítulo 23

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¡Hola a tod@s!

Ufff nunca pensé que podría retrasarme tanto, no sabéis lo mucho que lo siento, pero se me ha hecho un poco difícil.

Peeeero, ya estoy de vuelta. Prometo no tardar tanto tiempo en volver a subir, y esta semana intentaré contentaros con otro capítulo en un par de días o tres.

Como siempre, millones de gracias a todos por los votos, comentarios y lecturas, me alegráis el día siempre y me encanta que me hagáis saber vuestras opiniones.

DIsfrutad del capítulo y nos vemos en el siguiente.

¡Miles de besitos!

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       El molesto humo que expulsaba Cameron a cada bocanada le producía arcadas. No soportaba el asqueroso olor del tabaco, y mucho menos cuando éste había pasado por la sucia boca de su vasallo. Le dedicó una mirada de repulsa mientras echaba un vistazo a la carpeta de cartón azul que guardaba cautelosamente aquellos documentos y esperaba la llegada de su invitado.   

       Cameron no era precisamente un hombre al que considerar de bien, ni siquiera de lejos, pero aquella falta de escrúpulos y educación eran suplidas a la hora de hacer su trabajo, que casi siempre resultaba impecable, y debía reconocer que en aquella ocasión lo había sido. Los informes que le había facilitado estaban perfectamente detallados y contenían todo lo necesario para que sus planes llegaran a buen puerto, lo único que faltaba era que su invitado resultase igual de prometedor.

       Pocos minutos después, un hombre fornido, de casi dos metros de altura cruzaba la puerta de aquel inhabitado local. Odiaba los tugurios de las afueras de ciudad, pero no podía arriesgarse a reunirse donde alguien pudiera verla frecuentando tan dudosas compañías.

       El hombre, de piel pálida y con los ojos tan oscuros como su cabello azabache, oteó unos instantes entre las mesas, hasta que reparó en la dama vestida de rojo junto al que supuso, sería su trabajador. La mujer repasó su figura desde la cabeza a los pies, y posteriormente le dedicó una escueta sonrisa mientras le ofrecía su mano.

—Supongo que es usted la señora Ford —afirmó mientras correspondía su saludo.

—En efecto, y usted será… 

—Garrett Steel —se presentó.

—Es un placer conocerle, señor Steel, él es mi empleado, Cameron, pero por favor, tome asiento.

       Garrett aceptó el ofrecimiento y retiró la silla que se encontraba frente a Charlotte, cruzando las manos encima de la tosca mesa de madera.

—Usted dirá, señora Ford, ¿para qué me ha traído hasta aquí? —preguntó echando un vistazo rápido y con desdén al local.

—Entiendo que no es un sitio demasiado distinguido, pero me temo que no puedo permitirme el lujo de verme involucrada públicamente en estos menesteres. Comprenderá que tengo una reputación que mantener.

—Lo comprendo, señora, pero dígame para qué me ha hecho venir.

—Creo que tengo cierta información que podría resultarle de mucha ayuda.

—¿En serio? Adelante, tiene toda mi atención.

—Tengo entendido que usted y su hermano andaban tras la pista de un rufián, ¿me equivoco?

Violetas en las Cenizas ©Where stories live. Discover now