Capítulo 41

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¡Hola a todas! Bueno como ya os comenté a algunas, el examen del día 12 lo aprobé y ahora estoy a expensas de presentarme al siguiente, así que por eso aún estoy desaparecida. Pero hoy me he levantado enfermiza y como no he ido a trabajar he decidido ponerme a escribir como una loca jajaja. He empezado también el siguiente capítulo y espero tenerlo cuanto antes, pero seguro que éste os gusta :P

Muchas gracias como siempre por toda vuestra paciencia, que no es poca, y espero veros pronto.

Mil besitos!!! =)

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Apagó el motor del coche y se quedó sentada agarrando el volante. Tenía que encontrar las fuerzas para limpiarse las lágrimas y no volver a derramarlas. Mantener la compostura era lo único en lo que podía pensar, si alguien la encontraba tan alterada no sabría inventarse una excusa creíble, pero ese sentimiento era tan agónico que la estaba destrozando lentamente y sin control.

Se miró en el retrovisor e inspiró hondo un par de veces. Su aspecto era realmente lamentable, sus ojos estaban rojos y empapados, y no quedaba rastro del labial rosado con el que había salido de casa, el cual sin duda aún descansaría sobre los labios de John. Tragó grueso y enjugó sus lágrimas con las manos, se pellizcó las mejillas para adquirir un tono saludable y por fin bajó del vehículo.

No sabía si Eric estaría en casa, pero rezaba con fuerzas porque no fuera así y poder encerrarse en su habitación hasta que el mundo dejase de existir. Cuando giró la llave de la puerta lanzó un saludo al vacío y esperó un instante a que su marido apareciese por la puerta y la saludase con un suave beso. Pero afortunadamente solo la sirvienta Denise acudió a su encuentro.

-Bienvenida señora, ha llamado su hermana, quería saber a qué hora saldrían de copas hoy -informó la mujer mientras recogía el bolso de Violet.

-¿De copas? -preguntó desconcertada ella.

-Sí señora, la semana pasada concertaron la cita para cenar aprovechando que la señorita Holly podía dejar a su hija a cargo de Faith.

-Oh..., es cierto -recordó despistada-. ¿Sabes dónde está Eric?

-El señor ha ido a una reunión, dejó encargado que le avisara de que volvería tarde.

-Muy bien, puedes irte Denise, gracias -se masajeó el puente de la nariz con cansancio y la doncella desapareció de su vista mirándola con preocupación.

Debía encontrar una excusa para no quedar con Holly, no tenía ni un ápice de fuerzas y no podría reunir las suficientes para fingir delante de ella que nada la atormentaba, pero sabía que su hermana no se daría por vencida muy fácilmente, así que debía esmerarse.

Bien sabía que Holly quería a Astor por encima de todo y más que a su propia vida, pero de vez en cuando necesitaba salir de la casa de su padre y despejarse de sus obligaciones maternales. En el último año habían acordado salir una noche al mes a disfrutar de las coctelerías que invadían Nueva York, afianzar sus lazos de amistad y evadirse de las preocupaciones. Pero Violet intuía que aquella vez no habría posibilidad alguna de librarse de aquello que la estaba martirizando, y no sabía qué opinión podría tener su hermana si le confesaba todo lo ocurrido en el hotel de John. A fin de cuentas ella estaba casada, le había jurado fidelidad y respeto a aquel hombre y verse a escondidas con su antiguo prometido no podía decirse que fuera de una esposa muy honorable.

Todos habían llorado la muerte de John, incluso Faith se lamentó por la suerte que el rubio había encontrado, pero el tiempo había transcurrido, implacable, y con él llegó Eric. Al principio ni siquiera se alegró de volver a verle, ya que su sola presencia le recordaba el trágico incidente de Escocia y le traía a la mente los recuerdos de Helen y John, pero el teniente poco a poco fue haciéndose un hueco en su vida. No podía negar que le había puesto empeño, y cuando ella por fin decidió abrirse para conocerle, descubrió en él a un hombre maravilloso, y después de tanto tiempo, volvió a sentir ilusión por algo.

Violetas en las Cenizas ©Where stories live. Discover now