Capítulo 12

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¡Hola a tod@s! 

Como veis he sido buena y he subido capítulo con bastante prisa, para que no me volviese a pasar lo mismo que en los dos anteriores. Es algo más corto de lo habitual pero espero que lo disfrutéis, y ya me diréis vuestras opiniones al respecto.

¡Un saludo! =)

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      No apartó su mirada ni un instante de aquel joven. Mientras se mojaba los labios con las efervescentes burbujas del champán, observaba cómo ese chico había intentado disimular su sorpresa por la reacción de Violet, caminando hasta la barra y pidiendo una copa, pero ella había sido testigo de todo. De cómo la miraba, cómo la guiaba bailando… y Violet…, hasta un ciego se habría dado cuenta de la cara de idiota que se le había puesto mientras bailaban. Al parecer ese joven había despertado el interés de su hija, y eso solo podía traer complicaciones. Si había alguien de por medio, su sensitivo marido no permitiría que Violet contrajera matrimonio con Richard, y todo se iría al traste.

       Charlotte agudizó la vista, examinando cuidadosamente a ese muchacho, pero por mucho que se esforzó no logró reconocerlo. Un nuevo rico, tal vez, o un simple asalariado. En cualquier caso, era alguien que podía hacer peligrar sus planes, pero tampoco se alarmaría antes de tiempo. Quizás solo fuese un capricho pasajero, o quizás aquel muchacho era heredero de una fortuna mayor que la de los Cynster. Recuperando el sosiego y su frialdad, decidió que primero se encargaría de averiguar quién era él, y después contemplaría la posibilidad de dejarle el camino libre, o aplastarlo como a un insecto.

       Se deshizo de la copa de champán arrojándola con desdén sobre la bandeja de un camarero, y caminó con paso firme y elegante hasta su marido. Ya había dejado que se entretuviera hablando de negocios, era momento de reclamar su atención.

       Violet salió lo más rápido y elegantemente que pudo de allí, sin prestar atención a los gritos de Mal, que le pedía que se detuviera, ni a las miradas indiscretas y curiosas. No quería levantar la mirada, ni escuchar a nadie. Solo quería huir, lo más lejos posible.

       Cuando desapareció de la mirada de todos, se recogió el vestido y empezó a correr tan rápido como pudo. Todavía podía notar su mirada clavándose en su nuca, y no dejaría de correr hasta que dejase de sentirla. Se escabulló entre las calles oscuras, y buscó un rincón donde poder recuperar el aliento y la compostura.

       Apoyó la cabeza contra la pared y cerró los ojos, sintiendo el frescor de la brisa veraniega acariciándola. ¡Maldita fuera mil veces! No entendía cómo había permitido llegar a tener un acercamiento tan próximo con John, toda la ciudad los había visto bailar juntos, y si ella se había percatado de la penetrante mirada de John, todos los demás también lo habrían hecho. Y lo que más miedo le daba era que también hubiesen visto cómo ella se mordía casi inconscientemente el labio, reprimiendo el deseo que estaba forjándose en lo más profundo de su ser. Había disfrutado tanto con las manos de John sobre ella, que jugaban con caricias delicadas en su piel, contemplando su mirada fría, intensa y sensual. La había mirado con tanta firmeza que se sintió desnuda ante él, y temió que descubriera lo que estaba provocando en su cuerpo aquella actitud. Por eso, cuando apartó brevemente la mirada, y encontró la de su amiga, fue como si el castillo de cristal en el que se encontraban, explotara en mil pedazos.

       Se golpeó la cabeza contra la pared. Tonta, tonta, tonta, se repetía una y otra vez. No pudo pasar desapercibida la cara que su amiga había puesto al ser testigo de lo que ocurría, era una mezcla de asombro y decepción, lo cual era comprensible. Mal había mostrado su claro y evidente interés en John desde que lo vio en la pastelería, y ella se había encargado de arruinarle la noche. No podía sentirse peor persona.

Violetas en las Cenizas ©Where stories live. Discover now