Capítulo 30

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¡Hola a todas!

Esta vez he conseguido no retrasarme tanto, así que espero que lo sepáis valorar jajaja. En fin, este capítulo es bastante importante y decisivo en lo que respecta al desarrollo de la trama, así que estad atentas A TODO, que además aparece alguien nuevo...

No os digo más, disfrutad de la lectura y por supuesto millones de gracias por todos vuestros votos, comentarios y lecturas. 

¡Mil besitos! =)

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Notaba los latidos acelerados de su corazón bombardeando sangre, esforzándose por transportar el oxígeno que su cuerpo necesitaba para continuar con vida, pero que se le escapaba sin remedio. La sangre brotó desde su garganta, haciendo que tosiera y salpicara sus labios con el líquido rojo. Las piernas le temblaban y cada paso que daba era tan agotador como doloroso, ni siquiera había sido capaz de frenar la hemorragia que había desteñido su vestido azul, y a pesar de sus esfuerzos por presionar la herida, sentía cómo la sangre se desbordaba entre sus dedos.

       Tenía que llegar al final de la calle, debía hacerlo o moriría. Era en lo único en lo que podía pensar, y no estaba dispuesta a permitir que su vida acabara de ese modo; desangrada en un callejón solitario. Parpadeó varias veces, intentando aclarar su visión, en vano. Cada vez le costaba más mantenerse en pie y su cuerpo exigía un descanso que no podía darle. Porque si ella se rendía, todo habría acabado, y no podría disfrutar de una vida junto a John. ¿Qué sería de él si ella se dejaba morir? Sin duda, nadie le ayudaría a librarse de Garrett Steel, y probablemente acabaría muriendo junto a su madre, y tan solo acababan de comenzar a amarse, era demasiado pronto para decirse adiós.

       Con la última bocanada de aire, se desplomó sin remedio sobre la acera y su mano cayó a un lado. Lo había intentado, había hecho lo posible por llegar a la transitada calle pero era más de lo que su cuerpo podía soportar. Su respiración fue disminuyendo y los ojos comenzaron a pesarle, llenos de lágrimas. Pensó que había fracasado, y agradeció en silencio el haber podido compartir aquellos últimos momentos de su vida junto a John, pues aunque iba a morir, lo haría conociendo el amor verdadero. Los párpados se cerraron sobre sus ojos azules y esperó a la muerte.

—¡Señorita! ¿Se encuentra bien? —una mano le palmeó la cara mientras la sostenían en brazos y deseó poder abrir los ojos y decirle a quien la estuviera molestando que la dejase en paz—. ¡Está sangrando! ¡Que alguien busque ayuda, rápido! Señorita ¿puede oírme? Abra los ojos por favor, despierte.

—Dios mío, está muerta —escuchó sollozar a una mujer.

—No, no lo está. Sophia dame tu chaqueta, hay que detener la hemorragia —sintió como le presionaban con fuerza sobre la herida y no pudo evitar soltar un pequeño grito —. Eso es, usted siga con vida, la ayuda está en camino.

       Aquello la hizo volver a la realidad. Alguien la estaba ayudando, no era un sueño, ni producto de su imaginación, había conseguido encontrar ayuda. Con las pocas fuerzas que le quedaban, abrió levemente los ojos para poder averiguar de quién se trataba, y aunque su visión era algo borrosa, pudo distinguir con claridad el cabello oscuro y los ojos grises del hombre que la sostenía en brazos.

— High… Highland —susurró apenas sin voz.

—¿Cómo dice? —el hombre acercó el oído a sus labios para poder escucharla mejor.

—Highland… Violet Ford…

—¿Violet Ford? ¿Ese es su nombre? —repitió él, pero para entonces ella ya había vuelto a cerrar los ojos—. Muy bien señorita Ford, tranquila, todo saldrá bien.

Violetas en las Cenizas ©Where stories live. Discover now