Capítulo 37

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¡Hola hola! 

Ya estoy de vuelta, con un capítulo largo y la mar de trágico por todas partes jajaja. He querido (o al menos esa era la intención) plasmaros lo mejor posible el punto de vista de alguien que está viviendo la guerra... así que espero no decepcionaros.

Como siempre, mil gracias por todos los comentarios y votos. Aquí estoy para cualquier cosa que queráis decirme.

¡Mil besitos! ¡Hasta pronto! =)

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       Sostenía la carta entre sus manos con delicadeza, aferrándose a ella como un náufrago a un salvavidas, pero sabía que por mucho que la estrechara, no podría cambiar el destino que le esperaba.

       John le había prometido que le escribiría siempre que tuviera un hueco, y hasta ese momento nunca había incumplido su palabra. Violet sentía que aquellas cartas eran el único lazo que aún la mantenía cerca de él, porque aunque estuvieran a miles de kilómetros, sabía que al menos uno de sus pensamientos iba dirigido a ella. Había memorizado cada una de las cartas como un salmo, y era lo único que conseguía calmarla cuando su ansiedad se apoderaba de ella. Pero el hecho de que hiciera algo más de tres semanas desde aquella última carta había conseguido alterarla por completo y no podía evitar ponerse en lo peor. ¿Seguiría él con vida? ¿Estaría herido? Habían miles de posibilidades, y todas las que se le ocurrían lo alejaban de su lado.

       Fue por ello que, cuando Graham anunció que iban a partir hacia Estados Unidos, su temor aumentó. ¿Cómo seguiría poniéndose en contacto con él si no sabía dónde estaba? La decisión de su padre había sido repentina y les había cogido a todos por sorpresa, y por mucho que se afanara en escribir una nueva carta para decirle a dónde se dirigían, no podría enviarla hasta que vinieran a buscarla. Finalmente la guerra había llegado hasta Inglaterra, y eso significaba que el servicio de correos había quedado reducido a mínimos, incluso podían pasar semanas sin recibir noticias o poder enviarlas.

       Miles de dudas y temores se agolpaban en su cabeza mientras veía a los sirvientes guardar las últimas maletas en los coches, y una sensación de frío y vacío la recorrió con un escalofrío por toda la espalda. No podía creer que después de todo tuviera que abandonar la que había sido su casa desde que nació, la mansión estaba tan silenciosa que resultaba estremecedor pensar que debían dejarla atrás, quizá para siempre.

—¿Estás lista? Nos están esperando —su padre posó las manos en sus hombros con cariño.

—Sí…, será mejor que nos vayamos cuanto antes —susurró con un nudo en la garganta.

—Sé que esto es difícil, para todos, pero tengo que protegeros cariño.

—Lo sé padre, pero nunca pensé que tendría que despedirme de esta casa para siempre.

—No será para siempre, solo hasta que termine la guerra —intentó animarla acariciando su rostro.

—¿Y cuándo será eso? Quizá para cuando ocurra ya no quede piedra sobre piedra…

—No pienses en eso ahora princesa, en Estados Unidos estaremos a salvo y podremos pensar con más tranquilidad.

       Ella no quiso responderle, sabía que lo único que su padre intentaba era quitarle el peso de las preocupaciones que la invadían, pero hasta que John no regresara sano y salvo eso no ocurriría jamás. Se montó en el coche y observó las calles mientras avanzaba, lo que hasta hace escasos meses era una ciudad llena de vida y actividad, ahora se limitaba a estar casi desierta, la gente no se atrevía a salir de sus hogares, y la mayoría de las grandes fortunas de Southampton había huido, igual que estaban haciendo ellos. De sobra era conocida la importancia del puerto en las relaciones comerciales, y de un tiempo a esta parte se había convertido en un centro clave de las maniobras militares, solo era cuestión de tiempo que las bombas de la Luftwaffe impactaran allí, arrasando todo lo que un día había conocido.

Violetas en las Cenizas ©Where stories live. Discover now