Capítulo 16

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¡Hola a tod@s!

Quería agradecer a todos vuestros votos, que ya son más de 200, y las lecturas, que ya rondan las 4,000. Muchísimas gracias por vuestro apoyo, me alegra saber que lo que escribo os gusta y que tenéis la paciencia suficiente para esperar capítulo tras capítulo. 

Espero que disfrutéis de éste (que yo creo que sí... jejeje) y aguardo con ansias vuestras opiniones y comentarios.

¡Mil besitos y hasta pronto! =)

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       Se deshizo en golpes incesantes contra el saco de arena. Jamás pensó que volvería a utilizarlo después de aquella noche, pero en esta ocasión tenía motivos suficientes. Había caído como un imbécil, como el grandísimo imbécil que era. ¿Por qué no aprendía nunca? Jamás debió confiar en Violet, le había engañado, al igual que Camile había mostrado su verdadera cara y no podía sentirse más decepcionado. ¿Cómo no se había dado cuenta? Juraría que él antes era bueno captando a la gente que mentía, pero desde luego Violet era toda una artista.

       Ahora comprendía a cabales por qué salió huyendo en el baile de Ocean Village, ahora comprendía el porqué de todo. Estaba prometida. Había escuchado bien alto y claro cómo su madre le decía que estar prometida no era fácil y que lo haría bien. Y él pensando en que debía alejarse de ella cuando era ella misma la que debía alejarse de él. ¡Qué ingenuo! Le había estado tomando el pelo y ni siquiera se había percatado. Lo único que lamentaba era no haberla zarandeado y gritado cuando salió de la pastelería, tuvo que apretar los puños y los dientes al saber que había un hombre esperando por ella.

       Pero ¿quién era ese pobre imbécil? Nunca había visto a Violet acompañada de ningún hombre, tal vez no viviera en Southampton, quizá fuese un importante millonario europeo que se la llevaría lejos en cuanto contrajeran nupcias. Rezó para que aquello fuera así. Deseaba tenerla lo más lejos posible, necesitaba sacársela de la cabeza como fuera, y si no volvía a verla nunca sería lo mejor que podía pasarle. Porque ahora solo le quedaba aguantarse, resignarse a encontrársela por la ciudad sabiendo que pertenecía a alguien.

       No podía entender cómo había llegado a esa situación, él se había jurado que nunca más volvería a confiar en una mujer como Camile, y ahí estaba, desquitándose a base de puñetazos, deshaciéndose de toda la rabia que sentía al ser consciente de que jamás sintió nada por él. Notaba una intensa furia recorriéndole el cuerpo que hacía que sus golpes fueran uno detrás de otro. ¡Maldito necio! Pensar que entre ellos dos podía haber algo…, que ella había deseado realmente besarle aquella mañana detrás de la columna… Y encima se había tomado el lujo de sentirse culpable por haberla guiado a ello, ¡lo que faltaba! Se la imaginaba riéndose en su mansión por lo evidente que había resultado él, dejando claro que sentía algo por ella. Se habría carcajeado de lo lindo, y seguramente su amiga francesa también. Vaya par de arpías.

       Dio un golpe más y el saco se tambaleó por última vez. Ya era suficiente.

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       Violet no volvió a ver a John, pasaron días sin que se cruzaran por las calles y eso la intrigaba. ¿Dónde se había metido? Ni siquiera en las veces que fue a visitar a Helen se habían cruzado y estaba demasiado avergonzada como para preguntarle a ella por su hijo. Parecía que a John Darrow se lo había tragado la tierra, pero agradeció el hecho de no encontrárselo, no podría soportar la presión de saber que él había escuchado su patética vida de prometida. Se moría de vergüenza. Lo más probable era que una carcajada hubiera salido de él en cuanto la escuchó gimotear desvelando su vida personal, descubriendo que era toda una inexperta en temas de amor y de cama. «Pobre niña ingenua» pensaría, él jamás querría perder el tiempo con una ignorante y desmañada que no sabría ni desabrocharle los pantalones. Él necesitaba a una mujer ardiente, pasional y habituada. Necesitaba una mujer como Mal. Su amiga había sido bastante liberal desde que entró a la universidad y antes de trasladarse a Inglaterra, en su Francia natal también había experimentado algún escarceo amoroso que otro, aunque fue en Cambridge donde adquirió el mayor conocimiento.

Violetas en las Cenizas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora