Capítulo 2

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         Violet se olvidó pronto del disgusto con aquel inútil camarero, cuando su madre, que ya creía que había olvidado el tema, preguntó por Richard. Había estado tan ocupada atendiendo a la gente aquella noche que no le había dado tiempo a planear una excusa que le permitiera salir airosa de aquella situación. Charlotte cada vez reunía a más gente con la que hablar, para entonces poder presumir de que además de una hija graduada con honores, también se iba a casar.

—Richard es cirujano en el hospital universitario Addenbrooke, y era profesor de nuestra hija en Cambridge. Cuando Violet me contó que se había enamorado de un profesor me escandalicé, pensaba que sería un anciano de sesenta años, pero resultó ser un joven encantador —sonreía mientras sujetaba del brazo a su hija y la miraba con una aparente ternura.

—Madre...

—Tiene solo treinta y dos años y ya es cirujano, ¿lo podéis creer? Es toda una eminencia en su campo. Además proviene de una familia muy bien avenida de Londres, con multitud de propiedades y beneficios que destinan en gran parte al hospital donde trabaja su hijo, y donde acabará trabajando nuestra pequeña Violet.

—Madre por favor... déjalo ya —insistió ella, pero Charlotte, lejos de acabar, solo se escuchaba a sí misma.

—¿Y cuándo podremos conocer al joven que le ha robado el corazón a la joven Violet?

—Lamentablemente le surgió un problema urgente en el hospital, y no pudo acompañar a Violet en el viaje, pero vendrá lo antes posible, ¿no es así, cariño?

—Eh... sí, claro. Lo antes posible —respondió. Por lo menos no dejaría en evidencia a su madre, y al día siguiente podría explicar los motivos de la suspensión de la boda.

—¿Qué clase de urgencia le surgió en el hospital, querida? ¿Alguna operación complicada? —preguntó una señora de mediana edad, con un notable sobrepeso. Violet maldijo su curiosidad.

—Sí, él siempre tiene operaciones complicadas.

—Debe ser un hombre muy apuesto. Me encantaría conocerlo.

—Y lo conocerás, querida Mandy —intervino su madre—, si todo va bien estará aquí en un par de días, organizaremos una recepción para anunciar formalmente su compromiso e iniciar los planes de boda. Aunque llevan comprometidos desde hace ya varios meses. No obstante, por respeto a nuestra familia y por petición expresa del propio Richard, decidieron esperar a que Violet se graduara para comenzar con los preparativos de la boda. Todo un caballero.

—¿Más recepciones, madre? Creo que a Richard no le gustaría tanta parafernalia solo por anunciar un compromiso —dijo ella, y su madre se sintió profundamente ofendida, lo pudo notar en su mirada de desprecio.

—Claro que tenemos que hacer una recepción, querida. ¿Acaso vamos a dejar atrás los modales? Esta juventud...solo tiene prisa por casarse —salvó la situación con un comentario que provocó la risa de los invitados.

       Violet no sabía cómo iba a salir de aquel entuerto, ni cómo afrontaría su madre la noticia de que no había boda, pero por el momento, no podía hacer más que aguantar.

*****

       Regresó a casa más tarde de lo que había previsto, y no se hacía a la idea de que en unas pocas horas tenía que levantarse para ir a trabajar al aserradero. En aquellos momentos maldecía su suerte y la fatídica idea de su madre para que fuera a ganar una propina extra trabajando de camarero en la maldita mansión de los Ford.

       Fue hasta la cocina, a tomar un vaso de leche y unos bollos antes de meterse en la cama, mientas recordaba aquel encontronazo con esa joven. Estaba acostumbrado a tratar con gente de alta alcurnia bastante insoportable, pero esa muchacha había rallado el colmo de la impertinencia. Había sido ella la que iba corriendo a oscuras por detrás de la casa, y la que había chocado contra él. Y ¿tenía que ser él quien se disculpase? ¡Pues eso faltaba!

Violetas en las Cenizas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora