45. Un hospital para seguir

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Quería escapar del hospital. No quería volver a saber nunca más de él.

Lo odiaba.

—Y aquí se guardan todos los expedientes de los pacientes—mostró el cuarto interminable de casilleros que estaban repletos de folders y copias de documentos.

Solo había un pequeño espacio donde residía un escritorio blanco un tanto sucio de marcas de tazas de café, papeles regados, y unas llaves.

La joven enfermera tomó un bonche de hojas para acomodarlas, sin darse cuenta de que tiró al piso algunos expedientes.

Lo que faltaba, ese estúpido cliché. Pensó Zac antes de rodar los ojos y agacharse a recogerlos.

—Disculpa—se rio la enfermera y pasó hacia la oreja uno de sus manchones de cabello que se le habían soltado de la cofia.

Zachary no le tomó importancia al gesto, le llamó más la atención una fotografía y un nombre que se colaban en las hojas, sintió presión en el pecho, como una puñalada. Leila Miller. Lo volvió a leer.

Parpadeó dos veces seguidas y se talló los ojos, había creído ver el rostro de Hallie. Otra vez preso del anhelo y las alucinaciones.

Se parecía tanto a ella, la única diferencia era el nombre.

—Ahora me tendrás que jurar que no viste nada—volvió a reír la chica—, es información confidencial.

—¿Por qué? —frunció el ceño.

A la joven enfermera le pareció atractivo cómo las cejas de Zachary se arrugaban y juntaban sus ojos.

—Ni siquiera yo tengo permiso de tocarlos—dijo hipnotizada, levantándose sin despegar la mirada—. son expedientes de pacientes...

—Fallecidos—quiso completar la frase final.

—No, en coma.

Las palabras resonaron en su mente e instintivamente sus latidos se comenzaron a acelerar.

Quiso hacer memoria, Hallie tenía una amiga. Se llamaba... ¿Cómo era? Laila, Leyda...Leila. Y había venido a conocerla, debieron haber estado juntas.

—Hay un extraño trato con una paciente, su familia no quiere que nadie entre, ni siquiera nosotras, han designado a una sola enfermera para que se haga cargo, la familia ha pagado una fortuna por la atención médica—susurró colocando clips a los documentos restantes para asegurarse de que ya no se esparcieran—. Se dice que el padre de la chica es dueño de una cadena de hospitales, pero que no han logrado sacar los permisos suficientes para trasladarla a un hospital de tercer nivel.

Zachary escuchaba el relato con suma atención, con una respiración profunda.

—¿Por qué no pueden acelerar el proceso?

—Su caso está ligado a un fallecimiento. Creo que fueron arrolladas por el mismo auto.

Hallie. Tenía que ser la otra persona.

Antes de que guardase los documentos en el locker correspondiente, Zac se aseguró de memorizar la habitación de Leila. F208.

—Ahora—suspiró la enfermera poniendo candado—. Tendré que matarte por compartir esta información contigo—bromeó.

—No te preocupes—Zachary hizo un ademán de cierre—. Mis labios están sellados.

—¿Y no hay nada que los despegue? —arqueó una ceja, con picardía y jugueteó un dedo en su pecho—. Porque en realidad, este recorrido sobraba, pero como lo ves, está bastante solo y merecíamos un poco de privacidad.

¿Contigo sin Internet? (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora