𝟒𝟎. 𝐀𝐑𝐈𝐀𝐃𝐍𝐀

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𓆩 𝐄𝐧𝐳𝐨 𓆪

Las horas han pasado y no hay ninguna otra noticia, Matías no deja de caminar por toda la sala de espera y Fernanda ha tomado más de un café ocasionando que su pierna se mueva sin control.

Yo sólo estoy adherido a este sofá, no quiero moverme, sé que en cualquier momento saldrá aquel doctor y nos dirá que Ari está bien, esas últimas tres palabras se han repetido en mi cabeza una y otra vez, como un mantra.

—¿Familiares de Beatriz Alcalá? —un hombre se levanta y se acerca a la mujer con uniforme azul.

—¿Cómo están? —una enorme sonrisa se dibuja en el rostro de la enfermera.

—Muy bien, la bebé nació sin complicaciones y su esposa está descansando —bajo la mirada, recuerdo aquellas palabras del doctor, las soltó sin anestesia y me han dolido hasta el alma desde ese instante.

Matías se acerca y aprieta mi hombro, recordándome que no estoy solo.

—Ahí viene Victor —dice Fernanda en un susurro.

Giro mi cabeza y observo que un hombre viene corriendo por el pasillo, su mano está entrelazada a otra extremidad, pero es más pequeña, pertenece a una niña de aproximadamente cinco o seis años de edad, me llama la atención el color de sus ojos, son iguales a los de Ari.

—Fer, ¿cómo está Ari? —está agitado, como si hubiera corrido un maratón, la pequeña se esconde detrás del hombre.

—Hace rato dijeron que le harían una cirugía pero aún no sabemos nada —asiente, su rostro refleja angustia.

—Por cierto... buenos días, ya es de madrugada, soy el padre de Arianna —saluda amablemente.

—Matías, amigo de Ari y él es Enzo... —Matías me apunta.

—Su novio —me mira con el ceño fruncido, al parecer no lo esperaba.

—Un gusto —estrechamos nuestras manos. —Ella es Ariadna, mi otra princesa.

La pequeña por fin me deja ver su rostro, me es familiar y no sólo por sus ojos, se parece demasiado a la niña de la fotografía que está en la oficina de Elisa.

—Papi, quiero ir con mamá —la pequeña jala su camisa, el hombre saca su teléfono y luego lo lleva a su oído.

—Elisa, ¿puedes venir por Ariadna?, está muy desesperada —

Estoy confundido, ¿será por eso que Elisa odia tanto a Ari?

Vuelvo a mirar a la pequeña, lleva un pequeño bolsillo rosa y este tiene una imagen de gatito, pienso en Aranza, debe estar esperando a Ari.

—¿Puedo pedirte un favor? —digo al llegar junto a Matías, asiente, no puede hablar, sigue mordiéndose las uñas. —Iré por Aranza y la llevaré al departamento, promete que me llamarás si algo ocurre.

—Lo haré pero promete que manejarás con cuidado —aprieto los labios y doy media vuelta.

♣︎

Dejo el auto frente a la casa, tomo la copia de llaves que semanas atrás Ari me entregó, apenas entro un olor fuerte se instala en mis fosas nasales, Aranza maulla y olfatea la bolsa de plástico que contiene la ropa de Ari.

𝐄𝐍𝐙𝐎 𝐕𝐎𝐆𝐑𝐈𝐍𝐂𝐈𝐂 - 𝐔𝐍𝐍𝐎𝐓𝐈𝐂𝐄𝐃 𝐄𝐒𝐒𝐄𝐍𝐂𝐄Where stories live. Discover now