86

71 16 14
                                    

Creía que tenía todo bajo control.

Y cuando Yangyang literalmente lo corrió de su casa mientras gritaba un montón de palabras altisonantes que no tenía idea de que conocía, no sólo se dio cuenta de que no era así, sino que también se dio cuenta de que no sabía dónde se había metido.

Sobra decir que Yangyang no se tomó bien la idea de llevar parejas separadas a la boda de Chenle, había gritado mil y un cosas sobre porque eso era una pésima idea y no había querido escuchar de razones cuando Kunhang trató de explicarle porqué creía que era mejor así.

En la mente de Yangyang, él continuaba viviendo en Alemania, algo que no sería del todo malo de no ser porque en Alemania ser gay no está públicamente mal visto.

Es decir, probablemente sí, ¿No? Porque ha sido así durante siglos en casi todos los países en la historia de la humanidad, pero era 2021 y las cosas eran muy diferentes en muchos países, en algunos ya era hasta incluso legal el casarse y tener hijos.

Pero ese no era el caso de China, sólo el de Taiwán y, aún así, no creía que fuera menos la discriminación.

No comprendía por qué era tan difícil de entender para él que quisiera que mantuvieran las cosas en secreto, es decir, sería solamente por ese día, de ahí en fuera todos sabía perfectamente que estaban saliendo juntos.

Bueno, casi todos, porque todavía no le había dicho a su familia y lo más probable es que Yangyang tampoco hubiera ido corriendo a decirle a su madre y su padre que tenía un novio porque, de hecho, es gay.

—Kunhang, ¿me estás escuchando? —le preguntó Yukhei, chasqueando los dedos frente a él en la heladería.

Kunhang sacudió la cabeza y luego Yukhei soltó un suspiro de cansancio.

—Te estaba contando que fui a ver a Renjun borracho —continuó diciendo él—, me declaré y todo, ¿y sabes qué me dijo?

—¿Qué tiene novio, quizás?

—Sí, justo eso. —Yukhei se cruzó de brazos completamente indignado, como si esa no fuera razón suficiente.

—Bueno. —Kunhang resopló como un caballo y se estiró sobre el mostrador—. Ayer le dije a Yangyang que no creía que-

—Oye, oye. —Yukhei lo interrumpió—. No te pregunté, no me interesa.

Con eso, se fue de ahí dejándolo con la boca abierta, mientras él nuevamente fingía limpiar de forma muy concentrada una mesa.

Kunhang aún se preguntaba seriamente por qué Renjun se había fijado en él. Es decir, era un imbécil con todas las letras y no tenía absolutamente nada que lo salvara al respecto, por más que las chicas dijeran que era muy guapo.

Necesitaba hablar con alguien, puesto que Yangyang no se había aparecido a trabajar desde hace dos días y, por más que le mandaba mensajes, él no los respondía e, incluso, los ignoraba. Y le preguntó a Chenle y Renjun al respecto, porque sabía que quizás sabrían algo, pero ellos no dijeron nada.

Comprendía que estuvieran del lado de Yangyang —sí es que existía algún maldito lado—, pero no creía que eso mereciera que no le dijeran nada sobre él.

Al menos quería saber sí estaba bien, si no estaba molesto o algo.

Suponía que estaba muy molesto, porque no le respondía los mensajes desde que lo corrió de su casa, pero esperaba que ya se le hubiera pasado, así que sacó su teléfono y le escribió otro.

"¿Sigues molesto, Yang?:(
De verdad que tengo buenas razones, lamento si me malinterpretaste
Te quiero, ¿sí?".

Soltó un largo suspiro luego de mandar el mensaje y se dispuso a atender a unas clientas, porque justo sonó la campana.

—Bienvenidas a la heladería "Candy" —les dijo—, ¿qué helado les gustaría ordenar?

Justo cuando una de ellas mencionó el sabor chocolate, el teléfono le sonó en el mandil, con el tono que él mismo había elegido para Yangyang para reconocer sus mensajes sólo por el sonido.

Le temblaron las manos, pero sonrió como si no se le hubiera acelerado el corazón de cero a cien en dos milisegundos, y continuó atendiendo.

Cuando las clientas se fueron, casi dejó caer el aparato por la velocidad con la que lo sacó del bolsillo delantero del mandil de su uniforme, Yukhei lo miró con ambas cejas en alto, pero tuvo la decencia —algo raro— de no decirle nada. Abrió el mensaje y quizás la aplicación de mensajería se tardó un par de segundos en abrir, pero para Kunhang fueron diez minutos enteros bajo el agua.

Y cuando finalmente leyó el mensaje, sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

"Yang𖹭:
Tú y yo terminamos.
Deja de mandarme mensajes".

😁

Candy ⇢ HenYangWhere stories live. Discover now