78

170 29 4
                                    

Seguir con la lista de lugares para visitar con Yangyang en sus citas resultaba difícil, considerando que la época de lluvias había llegado finalmente y la contaminación no era una puta broma.

Lo había intentado, claro que sí, pero hasta el momento no había encontrado el momento ideal para sugerirle a Yangyang que tuvieran otra cita. Además, cada vez que estaba cerca de él, sentía la imperiosa necesidad de besarlo y eso era notoriamente algo malo, considerando que la mayoría de las veces estaban en público.

Podría decir que eso no le molestaba en absoluto, pero la verdad es que lo hacía.

Es decir, estaban en China, y no es como que ese fuera el mejor de los países para ser gay, así que en cierta forma no se sentía tan culpable al respecto, pero sí se sentía tonto de que cada vez que se acercaba a Yangyang pensaba que todo el mundo sabía que eran novios.

De todas formas, se inclinó hacia él, justo en el momento en el que el último cliente de la tarde salía de la heladería, pegando ligeramente su pecho contra su espalda y sintiéndolo sobresaltarse.

—¿Quieres ir al boliche? —le susurró, procurando que Yukhei no lo escuchara.

Yangyang se dio la vuelta con una media sonrisa en los labios, Yukhei los vio al fondo e hizo una mueca exagerada de asco que sólo hizo que Yangyang estirara los brazos hacia su cuello y lo atrajera hacia él para darle un beso.

A Yangyang le encantaba molestar a Yukhei con las muestras de afecto, porque a pesar de que no era homofóbico —sólo un idiota—, odiaba tener que verlos siendo melosos el uno con el otro.

—Claro —respondió Yangyang una vez que se separaron, mientras hacia círculos suaves en el cabello de su nuca—, podemos dejar que Yukhei cierre.

—Ah, no. —El mencionado se quejó desde su lugar—. No me van a me dejar aquí limpiando mientras ustedes dos se van a quién sabe dónde a hacer quién sabe qué.

—Está bien. —Yangyang miró a Yukhei y luego hizo un puchero regresando a ver a Kunhang—. Creo que tendré que hablar con mi padre sobre el desempeño de Yukhei.

—Es una mierda que logres convencerme con eso. —Yukhei entonces regresó a su tarea infinita de limpiar una mesa y no dijo nada más sobre cerrar.

—Conozco un lugar muy tranquilo —le dijo Yangyang, inclinándose hacia él hasta que sus narices se rozaron y Kunhang le sonrió, cuando él se movió un poquito para darle un beso esquimal.

En ese preciso instante, la campanilla de los clientes sonó, así que la burbuja de ambos se rompió y Kunhang saltó hacia atrás hasta estar completamente lejos de Yangyang.

Yukhei —que finalmente parecía tener cerebro y saber usarlo para algo inteligente—, se estiró en toda su altura y pudo cubrir el campo de visión del cliente, evitando que viera la forma tan íntima en la que estaban entrelazados Kunhang y Yangyang unos segundos antes de que entrara.

El primero en hablar, naturalmente y para que no pareciera raro, fue Yukhei.

—Bienvenido a la heladería "Candy". —Yukhei sonrió, luciendo sorprendentemente tranquilo—. ¿Qué helado le gustaría ordenar?

Bueno, claro que estaría tranquilo, no era su reputación la que estaba en juego si es que algún cliente descubría que Yangyang y Kunhang eran novios.

Siempre que ocurría algo como eso, Kunhang se sentía como si acabara de ser perseguido por un jaguar a trescientos kilómetros por hora, el corazón le palpitaba en la garganta y se le secaba la boca. Lo que significaba que pasaba el noventa por ciento del tiempo que estaba con Yangyang así, pendiente de todo, para evitar que alguien los mirara más tiempo del debido y pudiera interpretarlo todo.

Candy ⇢ HenYangWhere stories live. Discover now