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Las cosas terminaron mejorando extrañamente luego de eso, ahora Yukhei se la pasaba todo el día con ellos y Yangyang prefería trasmitir su odio hacia él y no hacia Kunhang, cosa que lamentablemente tenía que agradecer.

Aunque dudaba seriamente que esa fuera la forma en la que Yukhei pretendía ayudarlo, a él le gustaba molestar a todo el mundo, así que seguro sólo estaba divirtiéndose a su costa y fingiendo que los ayudaba a ambos. Además, Yangyang pasaba todo el tiempo rojo cuando Yukhei hablaba, casi siempre lo callaba antes de que terminara las frases, pero Kunhang notaba que había algo que Yukhei sabía que él no, cosa que lo indignaba porque, él había trabajado con Yangyang durante casi un año, ¿y Yukhei al día ya lo sabía? Perdónenlo, pero Kunhang estaba celoso.

Así es, no tendrá crisis existenciales de porqué está sintiendo eso y mucho menos le dará vueltas a lo que siente por no saber lo qué es; son celos, punto.

Había intentado ser amigo de Yangyang todo ese tiempo, había querido saber más cosas sobre él sin tener éxito alguno, y entonces llegaba Yukhei y ya parecía saber su vida entera, ¿tiene eso algo de sentido? Quizás Kunhang debería de enfocarse en conseguir esa cita, pero ¡hey! Al menos podía intentar descubrir qué es eso que sabe Yukhei, ¿no?

Pues no.

Cada que Kunhang preguntaba algo.

—Oye, Yuk, tú sabes algo sobre Yangyang que yo no, ¿verdad? —Kunhang miró hacia ambos lados, como si Yangyang fuera a salir de la nada.

—No me llames Yuk y sí, sí sé. —Entonces Yukhei se inclinó más hacia él, también mirando hacia los lados para cuidarse de Yangyang. —¿Por qué? ¿Quieres saber qué sé?

—Sí, sí quie-

—¿Por qué no estás trabajando, Huang?

Llegaba Yangyang e interrumpía todo, fingía demencia y amenazaba a Yukhei con los ojos como si Kunhang no estuviera presente para verlo.

—Mi primo estaba apunto de decirme algo. —Kunhang puchereó. —Es de suma importancia.

—El trabajo es de suma importancia, imbécil. —Yangyang lo miró con los ojos entrecerrados, queriendo intimidarlo y lográndolo exitosamente. Luego miró a Yukhei y lo golpeó en el pecho con la escoba que tenía en la mano, el más alto se quejó. —Y tú, Wong, ya que estás aquí y no estás haciendo una mierda, ¿por qué no barres la entrada?

—¿Me vas a pagar?

—¿Trabajas aquí?

—No.

—Esa es tu respuesta. —Yangyang le palmeó el hombro con fuerza, Kunhang hasta sintió el golpe. Luego, el más bajo empujó a Yukhei hacia la salida. —Ahora ve, no quiero ninguna basura en el suelo o te cortaré el pene y te lo pondré de sombrero.

La amenaza era completamente real, Yangyang incluso volteó a ver a Yukhei con un cuchillo en la mano y el alto se puso a barrer tan rápido que la entrada quedó limpia en segundos.

Kunhang puchereó, limpiando el mostrador en espera de clientes, resignándose a que no iba a saber el secreto de Yangyang, al menos no pronto. De cierta forma era injusto, Yukhei ya sabía lo que Yangyang ocultaba, ¿por qué él no podía saberlo? Se supone que él le caía mejor que Yukhei, ¿no? ¿Entonces?

—Huang, —volteó a ver a Yangyang cuando este le habló, notando que había clientes en el mostrador. —¿vas a seguir comiendo moscas?

—No, perdón. —La clienta era una chica, bajita y de gran sonrisa que había estado esperando todo ese tiempo a que Kunhang saliera de su "viaje astral". —Bienvenida a la heladería "Candy", ¿qué helado te gustaría ordenar?

—Quiero uno de cereza, por favor. —Kunhang asintió, procediendo a hacer la orden. La chica esperó pacientemente, moviéndose de arriba hacia abajo en las puntas de sus pies, Kunhang volteó a ver a Yangyang y él estaba limpiando las mesas con los puños apretados.

A Yangyang no le gustaba la gente de esa clase, que se movía mucho o que todo el tiempo tenían tics nerviosos, le daban ganas de ahorcarlos y Kunhang lo sabía, porque él tenía el tic de morder los bolígrafos, pero procuraba llevar los suyos para eso, porque Yangyang odiaba profundamente tomar uno y que estuviera mordisqueado.

De hecho, Yangyang amaba los bolígrafos, así que la navidad pasada Kunhang le regaló uno para compensar los que mordió estando distraído.

Kunhang volvió a ver hacia donde estaba Yangyang limpiando, seguía molesto por la chica y se veía que estaba aguantándose mucho las ganas de saltarle al cuello, porque era una clienta, pero Kunhang no se fijó en eso.

Vio que, en el bolsillo de su camisa de trabajo, colgaba el bolígrafo que le regaló.

Yangyang se había quejado hace unas semanas de que su bolígrafo ya no tenía tinta, pero seguía llevándolo, aún cuando ya no lo usaba.

Quisiera poder explicar lo que sintió, pero no supo qué fue, sólo sonrió al entregarle el pedido a la clienta, aún pensando en eso, que ni siquiera fue consciente de en qué momento la chica se fue y le dejó su número junto al dinero.

Kunhang no notó la servilleta con el número y la arrugó, lanzándola a la basura.

Candy ⇢ HenYangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora