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Había sido tremendamente incómodo volver a ver a Yangyang después de haberle dedicado un fanfic entero, aún cuando no tuviera una doble intención al hacerlo y simplemente quisiera demostrarle que no estaba incómodo con él.

El problema es que ahora él mismo había causado aquella incomodidad, la que literalmente se lo está tragando y llevándoselo a las profundidades de un agujero negro, así como en su fanfic, porque Yangyang actuaba normal, como si nada, y Kunhang quería morderse las uñas de frustración porque él no notaba cómo se sentía.

Estaba a dos segundos de decirle “Estoy confundido, ¿por qué no te das cuenta?”, sólo para que ahora también Yangyang fuera consciente del problema.

Naturalmente, no lo hizo, apretó los labios y contuvo la respiración cuando Yangyang le dijo que sus seguidores habían aumentado esporádicamente, después de que le dedicara el fanfic. Sintió ganas de darle un empujón o algo, quería desquitarse con él, pero no estaba seguro de porqué quería hacerlo, simplemente quería hacerle algo.

—¡Kunhang! —Chilló Yukhei, por primera vez en el tiempo que llevaba trabajando en la heladería. El mencionado volteó a mirar a su primo, que batallaba por sostener cinco conos de helado entre las dos manos, así que se apresuró a ayudarle.

—Presta más atención, tenemos casa llena hoy. —Le dijo Yangyang al pasar por su lado con cuatro conos de helado perfectamente equilibrados en sus dos manos.

—Sí, por favor. —Yukhei le entregó su pedido a una pequeña familia que habían salido a pasear, les dijo lo de siempre, que volvieran pronto, y luego se limpió el sudor de la frente con un pañuelo mientras se recargaba del mostrador. —Normalmente no tengo que ayudarles a atender clientes.

—Ni a nada; —Yangyang soltó un bufido, entregando los conos y haciendo lo mismo que Yukhei hace unos segundos, luego miró a su primo. —debería despedirte.

—Sí lo haces, le diré a Kunhang tu secreto. —Amenazó Yukhei inmediatamente, Yangyang rodó los ojos mientras escribía la siguiente orden en su comanda de notas.

—Él ya lo sabe, idiota.

—Oh, —Yukhei volteó a verlo, Kunhang estuvo apunto de preguntar qué cosa se supone que sabía. Hasta que lo recordó. —es verdad. ¡Ah! Bienvenida a la heladería “Candy”, ¿qué helado le gustaría ordenar?

Por alguna razón, estaban teniendo un día bastante agitado, suponía que porque los niños pronto regresarían a clases y quizás los padres querían darles un regalo antes de que eso pasara.

Normalmente tenían la heladería hasta reventar durante el verano, porque la gente convenía en que era el mejor momento para comer algo frío, así que Kunhang ya estaba mentalmente preparado para terminar con los pies adoloridos, a consecuencia de estar de un lado al otro atendiendo una fila de clientes que daba la vuelta a la esquina.

Cuando al fin dieron las ocho, se tiró literalmente sobre su silla detrás del mostrador después de que Yangyang le diera la vuelta al letrero de “abierto” a “cerrado”.

El alivio recorrió la planta de sus pies y le salió en forma de suspiró, Yangyang dio la vuelta al mostrador y se dejó caer en su silla también, Yukhei hace rato que había caído como piedra en lodo sobre el sofá de la sala de “sólo personal”, Kunhang había ido a decirle que sí podía llamar a su mamá porque él ya no tenía batería, pero Yukhei no hizo ni un sonido y tuvo que comprobar que continuara con vida, acercándose a escuchar si respiraba.

Yangyang bostezó al sentarse y Kunhang no se dio cuenta de que lo estaba observando, hasta que se le contagió su bostezo.

—¿Estás bien? —Preguntó Yangyang, apenas en un susurro que a Kunhang se le antojó demasiado tímido para ser Liu Yangyang. —Has estado... Raro todo el día, es decir, más de lo normal.

Kunhang se rio y se inclinó hacia Yangyang, casi sin darse cuenta. Excepto porque se dio cuenta.

—Sí, sólo cansado y... —El corazón se le detuvo en el pecho dos segundos, luego volvió a latir, está vez más rápido. Se le había pasado algo por la cabeza, pero dudaba el ser lo suficientemente valiente para hacer algo así. —Confundido.

Yangyang resopló, igual que un caballo.

—Sí, yo igual. —Yangyang se acomodó en su asiento. —Estoy harto de helados, no quiero verlos al menos por dos días.

—Pero mañana trabajamos. —El comentario le salió con un tono extrañado, Yangyang soltó un alarido de protesta y luego, como quien no quiere la cosa, recargó la cabeza contra su hombro.

Aguantó la respiración al sentirlo, no queriendo que Yangyang sintiera que estaba respirando muy rápido, pero no siendo muy bueno en esa parte.

—Pásame una servilleta, escribiré mi última voluntad. —Kunhang frunció el ceño y volteó a ver las servilletas, pero no le pasó ninguna porque Yangyang volvió a hablar. —Quiero que me mates, con un cuchillo de carnicero y quiero asegurarme de que todos sepan que yo te lo pedí.

La carcajada que soltó no fue absolutamente nada sana, todo su cuerpo vibró e hizo que Yangyang levantara la cabeza de su hombro un momento, antes de volverse a acomodarse, esta vez con mucha más confianza.

Kunhang vio, por encima de la cabeza de Yangyang, que su banco estaba ladeándose un poco hacia el otro lado, así que le puso su mano para evitar que se cayera, pareciendo que lo estaba abrazando. Escuchó a Yangyang contener la respiración y luego volviendo a respirar abruptamente, Kunhang pasó saliva y entonces inclinó suavemente su cabeza hacia la de Yangyang, para recargarla encima.

—No voy a matarte... —Le susurró con un hilo de voz, que apenas le salió a través de los labios, como el susurro del viento al soplar sobre las hojas de los árboles.

Yangyang movió ligeramente la cabeza, asintiendo de una forma tan lenta, que casi no pudo notarlo de no ser porque se estaban abrazando.

—Lo harás, —Yangyang también susurró, la voz casi no se le escuchó, apenas movió los labios al tratar de hablar y Kunhang entendió lo que dijo porque podía sentir las vibraciones de las palabras a través de su piel. —aunque tal vez no sea con un cuchillo de carnicero...

Kunhang sonrió y sintió como Yangyang también sonreía.

Yo sólo voy a decir, que llevo como cinco minutos llorando en el piso porque pinche escena espectacular *solloza en mandarín*.

En fin, espero que le gustara el capítulo y nos leemos mañana 😘.

Candy ⇢ HenYangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora