CAPÍTULO 71

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"Cientos de pequeños sueños y una cicatriz sanando.

Los secretos de hoy nunca estarán lejos. 

No sé a donde vamos, pero Dios este es un comienzo. 

Yo solo quiero estar contando estrellas contigo". 

Hugging you-Tom Rosenthal.





Bertram pensó mal al creer que por ser hermano de un oficial al mando se libraría de los trabajos infernales que debía acatar por ser un cuervo en entrenamiento. Todavía no recitaba sus votos, pero lo haría al volver de su expedición con el Cuervo Errante en busca de criminales.

Diría, muchas veces en su vida, que ese puesto era lo peor de lo peor. Encontrarse con hombres desagradables, malvivientes incorregibles, prisioneros que cometieron el peor de los delitos, todo eso, le quitaba años de vitalidad a cualquier persona.

Llevaba dos meses merodeando por cada aldea, villa y ciudad del Norte y del Cuello. Era un novato en la guardia nocturna por lo que debían obedecer sin objetar y decir "Sí" a todo lo que le encargaban; esa era la principal razón del porqué estaba donde estaba, si otra hubiese sido la situación, no estaría allí.

Y tenía suerte, definitivamente tenía suerte, no por lo que tenía, sino por lo que no. Las nevadas y temporadas heladas traían el acostumbrado paisaje invernal, como también enfermedades. En esas semanas de recorrido cavó cinco tumbas para los reclutados que se vieron envueltos en alguna peste de fiebre y tos; y en el presente le decían que cavaría una sexta, pero para el Cuervo Errante mismo.

—Estamos a medio día de Fuerte Terror—dijo Bertram preparando la fogata de esa noche—Si no quieres dejar a estos malnacidos, puedo ir a buscar al maestre, es bueno, te lo aseguro.

—No seas un niño, Bolton—contestó el Cuervo Errante, un hombre corpulento de aspecto rústico y agresivo— . No me mató ese oso, no me matará la fiebre.

El Cuervo Errante siempre que tenía oportunidad sacaba a la luz alguna comparación que involucraba su aparente pelea con un oso. Bertram tenía dos hipótesis, o era un cachorro de oso o no existía oso alguno y él mentía.

En fin, a pesar de esas peculiaridades, no quería que el hombre se muriera por su terquedad.

El otro cuervo, cuyo nombre no recordaba, le hizo una seña para que lo dejara en paz, para que se evitara el mal rato de discusión "Si se quiere morir, que se muera" le dijo más tarde en un susurro.

Pero Bertram no podía quedarse tranquilo, ni mucho menos dormir. Por lo que a medianoche se armó de valor y desobedeció por primera vez una orden directa de su superior.

—Tendrás problemas, Bolton, y yo no te cubriré—su compañero lo atrapó justo, pero lejos de detenerlo lo dejó a su suerte.

—No te estoy pidiendo que me cubras—contestó de mala manera— Fíjate que no se muera ¿Quieres?



Fue así que se alejó para ensillar el caballo e irse. En el proceso se preguntó si era buena idea, si valía la pena desobedecer al Cuervo con tal de tener una solución a su enfermedad, pero después se respondió solo diciendo que era lo correcto. No podía quedarse viendo como se abrazaba de adentro hacia afuera.

Warrior, Mother and MaidenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora