CAPÍTULO 67

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El precio de tu codicia es tu hijo  e hija 

¿Qué vas a hacer cuando haya sangre en el agua? 

Mírame a los ojos

Blood// Water-Grandson. 


—¿Qué mierda tengo que hacer para que me hagas caso? ¡Por un carajo, Rhaenys!

—Primero que nada, dejar de gritar.

Rhaenys poseía una calma inquietante, y que por sobre todo provocaba en Daemon todo lo contrario. Su primo hervía en su propia piel, se dejaba llevar fácilmente por sus impulsos, y en otro momento compartiría con él el mismo sentir, pero ahora no.

Mientras Rhaenyra y los suyos se preparaban para la batalla en Lady BlackStone, Rhaenys y Daemon se sobaban las manos por su plan.

—Es que parece que si no grito nadie me escucha.

—Yo si te escucho, Daemon—dijo tomándole la nuca con la mano a forma de caricia. Rhaenys era mayor y lo conocía casi a la perfección, sabía como calmarlo, y el simple hecho de una caricia a veces funcionaba— Pero dijimos que vengaríamos a los niños, no otra cosa. Matar a Otto debilitaría la causa de Rhaenyra.

—La fortalecería, le haríamos un favor —discutió el hombre.

—Más bien le daríamos un dolor de cabeza, si matamos a Otto seguiría Daeron, Ormund y todos los tarados que lo siguen.

—Sangre y Queso nos abrirán las puertas, tendremos la oportunidad en nuestras manos.

Daemon tenía más experiencia militar que cualquier en el consejo negro, pero Rhaenys no se quedaba atrás. Sabía a la perfección como moverse y actuar, y si atacaban a Otto a tan poca distancia de la Ciudadela lo tomarían como una ofensa y lo que menos necesitaban era tener en contra a la fe. Por otro lado, debían ir de a poco, conquistando tierra por tierra, casa por casa.

Deshacerse de Otto no cambiaría nada, su veneno ya estaba esparcido, lo único que generarían en el bando contrario sería un golpe sencillo del cual se recuperarían con facilidad. Lo que harían no tenía fines bélicos ni estratégicos, sino más bien de satisfacción sanguinaria.

Si debían de matar a alguien debía ser Daeron y así quitarles el rey usurpador y por lo tanto la posibilidad de derrocamiento. Pero, siempre había un pero, el muchacho no fue visto desde Harrenhal.

—Te ofrezco un trato—dijo Rhaenys con paciencia—Seguimos nuestro plan, pero con el extra de acabar con El Faro.

Daemon masticó su comida con firmeza, saboreando cada bocado; algo se formaba en su cabeza.

—La Isla Batalla completa.

—De acuerdo, pero bien sabes que no todos sus ejércitos no están allí.

—Pero si su asentamiento ancestral. Destruiré ese maldito lugar hasta los cimientos y bailaré con los huesos de la esposa de Otto frente a él.

Dioses santos.

—¿Tus matones están listos? —preguntó Rhaenys cuando Daemon comenzó a delirar situaciones maquiavélicas.

—Están a un día de distancia.

—Entonces que estén a menos, no puedo dejar a Rhaena sola en Driftmark. Apúralos o lo haré yo.

Daemon apuró a los matones y ya para la tarde, él y Rhaenys emprendieron vuelo a Oldtown.

Warrior, Mother and MaidenWhere stories live. Discover now