CAPITULO 12

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El veneno parecía aumentar su popularidad en el reino los últimos tiempos. Pronto, la corona conocería de cerca los efectos del asesino de moda.

Al llegar a King's Landing, Rhaenyra se encontró con un panorama para nada bueno de la salud del rey. La lepra estaba avanzando a pasos acelerados, yendo en contra de todos los pronósticos hechos por los maestres.

Alicent llegó a los brazos de Rhaenyra con un estrés galopante que si no se trataba pronto ella también caería en la desgracia.

La enfermedad de Viserys empeoró hacía casi dos semanas. La infección de la piel no lograba disipar, no importaba cuántas larvas se utilizaran, y los dolores musculares eran tan fuertes que el gran maestre Orwyle, quien se encargaba personalmente del rey, recomendó leche de amapola tres veces al día.

Cuando Rhaenyra entró al cuarto de su padre seguida de Alicent, el olor la descolocó de sobremanera. Una mezcla entre hierbas y carne podrida hacían de la habitación un lugar inhabitable, contra toda recomendación se tomó el atrevimiento de abrir absolutamente todas las ventanas, el aire fresco sería bueno tanto para las visitas como para el enfermo.

—Está así desde...

—Desde unas semanas antes de la tragedia de los Strong. Lyonel estaba muy preocupado.

Nada tenía sentido, o bueno, no tanto en sí. Era notable los problemas de salud del rey, pero Rhaenyra había estado con él hacía no tanto y podía dar crédito que dentro de las condiciones, su padre aun tenía años por delante.

Apenas las reconoció, estaba tan sumido en sus propios delirios que no se fijó quien estaba frente suyo.

La Reina le dio a la princesa un extenso informe escrito por la mano del maestre. Todo indicaba lo obvio, Viserys tuvo una gran recaída de la cual era muy posible que no saliera. Los daños eran terribles y aunque se trataran de mil maneras eran muy pocas las posibilidades de una recuperación total.

Rhaenyra se pasó el siguiente mes dando vueltas por el reino, buscando maestres que dieran en el clavo, pero por una u otra razón ninguno accedía a tratar a su Rey. Impuso sus órdenes como soberana, amenazó con fuego y muerte e incluso ofreció tierras pero ninguno fue capaz de curar a su padre. La desesperación comenzaba a ahogarla, ella no estaba lista para despedirse de su padre, no quería. No podía decirle adiós a alguien que estuvo toda su vida a su lado.

Se mantuvo fuerte, no quería que Luke y Joffrey la vieran tambalearse, pero en el instante que Harwin entró a la fortaleza ella sucumbió al pesar y expulsó toda su rabia. Harwin la contuvo del mismo modo que ella lo hizo en el funeral de su familia. Los dos estaban rotos en mil pedazos pero entre ellos lograban juntar las piezas.

Harwin quiso ver al rey con sus propios ojos y Rhaenyra lo acompañó, volvió a hacer el mismo ritual de siempre, apenas llegó a la habitación abrió las ventanas y dejó que la brisa limpiara el espacio.

Viserys estaba un poco más lúcido y con dificultad pudo reconocer los rostros de sus visitantes.

—Harwin...lo lamento tanto por tu familia —dijo con la voz débil y ronca.

—Gracias su majestad.

Rhaenyra charló un poco con su padre, hablaron de sus hermanos y de Alicent, también le reveló un pequeño secreto cuando Harwin se despistó cerca de la ventana. Creyó que sería una linda noticia, y que la positividad de ello podía alegrarlo.

—Estoy en cinta, padre, los maestres dicen que de tres lunas — susurró lo más cerca de su oído para no advertir a su esposo —no digas nada, aún estoy buscando el momento.

Warrior, Mother and MaidenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora