CAPÍTULO 22

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Conforme pasó el tiempo, el nerviosismo se desvaneció de entre la familia real. El rey Viserys continuaba con su acostumbrada delicada salud, y no hubo en ningún momento indicios de algún atentado.

Todo eso dio margen a que Jace, Helaena,  Aemond, Rhaenyra, y los Strong partieran tranquilos al torneo de Harrenhal. Aegon y Alicent se encargarían de llevar los asuntos del reino en sus manos, sin embargo Rhaenyra volvería volando luego del debut de su hijo.

Solo Syrax y Dreamfyre los acompañaron, la villa entera se estremeció al verlas cruzar los cielos, y más de uno exclamó su impresión. Cuando las carrozas reales hicieron su aparición en el castillo, la familia Strong ya los estaba esperando.

Harrenhal explotaba de alegría y gente entusiasmada. Había varias familias nobles, principalmente de las casas vecinas. Los más alejados eran Cregan y su pequeño niño, y Conrac Greyjoy.

Jace vestía los colores de la casa de su padre y madre, azul y rojo con sus respectivos emblemas en cada lado. La espada de Laenor descansaba en su cintura pero con los nervios a flor de piel no podía dejar la empuñadura quieta.

Una vez acomodados en sus correspondientes aposentos y organizadas las actividades del día, Rhaenyra tocó a la puerta de Jace.

—Madre —lo descubrió alisando por quinta vez su capa y limpiando los emblemas de su traje. Quería que el dragón y el hipocampo resaltaran más que otra cosa.

Rhaenyra pasó veinte minutos dándole aliento, asegurándole que sin importar los resultados era un excelente espadachín para su edad, y que todavía le quedaban años de aprendizaje y perfeccionismo.

—Tu padre, Laenor, desde el momento en el que te alzó por primera vez supo que serías grande en esta vida. Harwin y yo estamos tan orgullosos de ti, hijo mío, y te aseguro que Laenor también, sea donde sea que esté.

—Es sólo un torneo, mamá. Pero gracias.

—Es un gran momento en la vida de un hombre.

No aguantaba más, debía decirle ahora mismo sus planes. No podía esperar otros dos meses—Hablando de momentos en la vida de un hombre...

—Quieres casarte después de tu onomástico —Su madre lo tomó por sorpresa y genuinamente se impactó por la seguridad de sus palabras ya que Helaena y él no le dijeron a nadie excepto a sus hermanos—a Luke se le escapó hace unos días, no lo culpes.

Estúpido Luke, te mataré.

—Creemos que no es necesario esperar a mis diecisiete.

La charla fue interrumpida por Aemond quien ya vestía la misma armadura de siempre. Venía en busca de su sobrino para un pequeño entrenamiento previo al gran día.

—Hablaremos luego con el rey sobre esto— aseguró Rhaenyra. 

Jace besó la sien de su madre y marchó detrás de su tío. En el camino se encontraron con Lyall y Conrac, Aemond saludó al Strong con toda la alegría que podía, la cual no era mucha ya que usualmente permanecía estoico, y a Conrac solo con un asentamiento de cabeza.

—¿No te agrada? —preguntó Jace cuando se separaron.

—No lo conozco lo suficiente como a Lyall.

Llegaron a la arena y ya había varios hombres mayores a ellos y alguno que otro de la misma edad. Algunos nobles otros no tanto, pero todos compartían la adrenalina de golpearse con armas mutuamente.

Aemond podía ser tosco y rudo, pero Jace ya lo conocía, sabía que detrás de esa armadura su tío trabajó mucho en su cariño hacia ellos, y era digno de apreciar que lo aconsejara y ayudara en un momento como ese. Lucharon, se golpearon, se burlaron y se revolcaron en el suelo cual animales.

Warrior, Mother and MaidenWhere stories live. Discover now