CAPÍTULO 26

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La risa de Aegon se escuchó a varios metros a la redonda. La barriga le dolía y los ojos le lloraban como nunca, hasta Viserys se contagió de él y dejó escapar una carcajada que detuvo cuando vio la expresión de su esposa.

—Aegon, lo digo en serio, no entiendo tu risa —admitió con firmeza—Quiero poner en mi hombro el refugio, comparto tu interés por ese lugar.

—Los únicos niños que te agradan son los que huelen bien y tienen apellidos nobles—Aegon tuvo que beber una copa de agua, la boca se le había secado y sentía la lengua pastosa después de tan larga risa— Te desmayarías al pisar el primer escalón.

—Hablas porque tienes lengua, te aseguro que deseo ayudar de todo corazón. Te lo probaré yendo mañana mismo.

—¡Por supuesto que no!— exclamó Aegon con apuro. Definitivamente no permitiría que su madre fuera al refugio, no dejaría que descubriera a Gaemon. Al ver los rostros confundidos de sus padres buscó en su cajón de excusas la perfecta para darles— Los niños...están nerviosos, con suerte se quedaron anoche. Se pondrían peor si te ven llegar.

—Tienes razón, es todo muy reciente—dijo Alicent luego de un breve análisis— Sería incapaz de exponer a esas pobres criaturas a más perturbaciones.

La reina gesticuló una mueca que expresaba decepción. Con eso, Aegon supo que a lo mejor ella hablaba con la pura verdad acerca de coadyuvar a los niños. Pensándolo bien sería bueno trabajar juntos, eso los empujaría a dar un paso aún más grande en su camino a una relación decente madre e hijo, y como dicen, dos cabezas piensan mejor que una. Tendría que tener mucho cuidado con el tema de Gaemon, sería una tarea exhaustiva el coordinar las visitas de su madre y esconder a su hijo a la vez, por lo menos hasta que todo saliera a la luz. Tal vez podría decirle a Rhaenyra que lo ayudara o sir Erryk en todo caso.

—Pero sería bueno en su lugar organizar una reunión aquí mismo con Gusano blanco y ver con detalle lo que el refugio necesita. Podrías ocupar el puesto de Rhaenyra, ella está atareada ahora con Visenya y la boda.

—¡Oh eso es maravilloso, hijo!—Viserys se regocijó con la propuesta. Era un disfrute total para él ver a Alicent y a Aegon compartir cosas.

Alicent saltó en su lugar dejando ver su emoción, en una parte por que significaba que estaría más tiempo con Aegon, y en otra por que ayudaría a esos niños desamparados.

—Mandaré a preparar comida para que lleves ¿Hay algo en especial?

Pidió mazapán y nueces con miel, los postres favoritos de Gaemon. Si iba a deleitarse con los beneficios de tener a la reina ordenando comida especial no los desaprovecharía.

Su madre se marchó balbuceando con Criston algo de confeccionar ropa y zapatos. Se la veía feliz, plena y con renovado buen humor desde que volvió de Highgarden. Era por eso que no quería revelar su pequeño secreto albino, no pretendía arruinar la paz que reinaba últimamente.

Retomando la idea del refugio, la risa lo volvió a inundar al pensar en el orden de las cosas. Era gracioso como el haber tenido sexo con una prostituta a los diecisiete derivó al interés de la reina de financiar un asilo de niños criados para la pelea. Eran cosas que nunca creyó que se conectarían.

Le confesó a su padre su propia alegría al ayudar en el refugio. Viserys segundó su sentimiento, y le dijo que estaba orgulloso de él por haber puesto el ojo donde nadie más lo había puesto. En sus años de reinado nunca le prestó tanta atención a Flea Bottom, lo cual, según su pensar, era un terrible error.

A pesar de estar exhausto y deseoso de dormir un poco antes de su reunión con sir Westerling, Aegon sacrificó su descanso y siguió sentado en el jardín junto a su padre por unas cuantas horas más. El aire fresco le hacía bien, no tosía demasiado y gozaba de una respiración rítmica. Temía que esos fueran los últimos paseos con él; cada año el rey parecía estar un paso más cerca de la muerte, sin embargo siempre sorprendía a todos con su voluntad de vivir. Sumándole obviamente el tratamiento médico que Oliver le proporcionaba.

Warrior, Mother and MaidenWhere stories live. Discover now