CAPÍTULO 56

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"Entonces ¿Cómo le digo adiós a alguien que ha estado conmigo toda mi maldita vida? 

Me diste mi nombre y el color de tus ojos, veo tu rostro cuando veo el mío"

Dean Lewis- How do i say goodbye? 


—¿Estás segura? —preguntó Alicent con los ojos abiertos como una lechuza, ni siquiera se atrevía a salir de la cama.

—Con sus propios ojos, majestad.

Alicent ahogó un suspiro y sintió que el alma Se le cayó al suelo. Era tan imposible como posible.

—Llama a lady Tyrell, la necesito aquí inmediatamente. Que el lord Comandante se reúna conmigo en los aposentos del rey y que Sir Criston te acompañe en todo momento. No le digas nada a nadie todavía.

Alicent le ordenó todo a Talya con una velocidad impresionante, tratando así de disimular el temblor en su voz y el nerviosismo en su expresión.

Cuando quedó sola se quebró por un segundo, pero aun así no dejó de preparar su ropa. Mil cosas pasaban por su cabeza a la vez, Viserys le había dejado todo un protocolo listo que debía seguir, pero no conseguía hilar sus pensamientos. Debía avisarle a Rhaenyra, al consejo, a sus hijos, controlar a la servidumbre y evitar que la noticia se propagara antes de que el campanario se tocara.

En medio del tornado de pensamientos, Leonor apareció yendo directamente a sus brazos, no se restringió nada en absoluto y la besó como si eso fuese un consuelo. La contuvo y le secó las lágrimas con los pulgares. Ella seguía en camisón y con una vaga trenza, ni siquiera se había vestido apropiadamente.

Alicent temblaba y su mente viajó cientos de veces a la jornada anterior y a cada detalle de ese día; se equivocó varias veces al acordonar su vestido y con frustración se sentó en la cama en un intento de controlar sus nervios.

—Déjame hacerlo, amor— Leonor la tomó con suavidad y la ayudó a vestirse, la quiso peinar, pero Alicent creyó que no había tiempo.


Corrieron las dos tomadas de las manos hacia los aposentos del rey, no muy lejos de los de la reina. Allí, Sir Criston, Sir Westerling y Talya las aguardaban.

—Su majestad, entraré con usted—dijo Criston.

—No, lo hará Sir Westerling. Tú busca a Oliver Strong, y Talya dígale a mi padre.

Los aposentos del rey olían igual que siempre, a hierbas e inciensos. Todo se veía tranquilo y ni una mosca volaba. Alicent se armó de valor y corrió el dosel de la cama revelando a su esposo muerto; Viserys tenía una expresión que no sabría cómo catalogar, si de tranquilidad o miedo, incluso se preguntó qué habría pensado antes de morir. Era terrorífico verlo así.

—Sir en el momento que Oliver llegue, reúna al consejo, especialmente a Sir Harwin.

Alicent tuvo el impulso de acariciar el rostro del rey, fue como si al tocarlo corroborara realmente que estaba muerto. En la espera de Oliver recorrió la mesa junto a la cama, el cáliz con leche de amapola estaba casi terminado, el libro seguía en el mismo lugar que ella lo había dejado, y en una esquina yacían las flores que Daeron y Cassandra cortaron la tarde anterior. Todo parecía normal.

Oliver golpeó antes de entrar y sin esperar un segundo sir Westerling salió en cumplimiento de su orden.

—Murió durmiendo claramente—dijo con la voz quebrada.

Warrior, Mother and MaidenWhere stories live. Discover now