CAPÍTULO 63

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Pesadilla, te perseguiré. Has creado un monstruo.

You've created a monster – Bohenes.




Laenor lo abrazó fuerte, como cuando era un niño que apenas le llegaba a la cintura, pero está vez acompañó el gesto diciéndole lo alto que era y lo mucho que había crecido. Era tan real, que Luke lloró desconsoladamente. Le dijo lo orgulloso que estaba de él y de lo valiente que había sido en su vida. Le agradeció por cuidar de Corlys y Rhaenys, aunque él no supiese que lo hacía. Le dijo que fue un hermano excepcional, y que Jace, Joffrey, Aegon, Viserys y Visenya lo amaban por eso. Le contó que estuvo a su lado en cada momento crucial de su vida, y que el más bonito para él fue cuando participó en su primer torneo luciendo los colores Velaryon.

—Te extrañé, lo hice desde que te fuiste—le dijo volviéndolo a abrazar.

—Yo igual, te visito en cada marea alta cuando lo hago, y lo seguiré haciendo.

—Si vuelvo ¿Te veré en mis sueños? —preguntó con miedo de la respuesta.

—Sí, al igual que ahora. Este no es tu momento, mi niño.

—Pero cuando lo sea ¿Estarás ahí? ¿verdad?

—Si.

Luke se tomó un momento para mirarlo detenidamente, ya no tenía esa expresión de desazón que lo adornó los últimos días de vida, pero en sus ojos había sabiduría, una que nunca antes había visto en él. Tal vez la muerte daba ese beneficio.

Se quedó viéndolo en silencio lo que duró casi una eternidad, no quería olvidarse de su rostro y su voz, no quería dejarlo, cuando por fin lo volvía a tener. Pero debía hacerlo.

—Te amo, papá.

—Yo igual, Luke.



Tardó en entender que no era su cuarto, pero lo supo cuando vio los doseles bordos con doradas flores de lis bordadas por todas partes. Nunca le gustaron esas flores, eran insulsas y realmente no tenían una forma bonita, pero a Jace le encantaban, por lo que dedujo que estaba en el cuarto de su hermano mayor, en el que usó en su infancia.

Era de día, pero no sabía si de mañana o de tarde. El lugar olía a hierbas, inciensos y algo que no pudo reconocer. Escuchaba la chimenea crepitar, aunque no hiciese frío, y oía el ruido lejano de las olas chocar contra la playa.

En la mesa continua a la cabecera había una jarra repleta de agua y unos panecillos de arándanos a medio comer, y se preguntó por qué estaban allí o quién se los había comido. La voz chillona en la otra punta de la habitación le dio la respuesta. Joffrey jugaba con su gato naranja y un ratón de madera atado a una piola de lana. Su hermano estaba con él, eso le aligeró el corazón.

No se quiso hacer notar, así que fingió seguir en el mismo estado en el que se despertó.

Recordaba todo de su tragedia, cada detalle, cada palabra, cada dolor. Se debió de haber desmayado en algún momento de su viaje de vuelta, y fue bueno porque no soportaría haber sufrido los puntos de su herida abdominal.

Sus heridas ¿Cómo había sobrevivido a ellas?

Casi como un reflejo llevó sus dedos al lugar; tenía una cataplasma, estaba casi seco por lo que en pocos minutos alguien vendría a cambiarlo. Apenas pudiese les agradecería a los maestres. La curiosidad lo llevó a querer comprobar su pierna rota, tal vez lograron acomodarle el hueso, eso sería maravilloso.

Warrior, Mother and MaidenWhere stories live. Discover now