CAPÍTULO 69

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Recuerda todas las cosas que queríamos

Ahora todos nuestros recuerdos están embrujados.

Already gone- Sleeping At Last.  





Alys merodeaba a su alrededor como la sucia alimaña que era. Daba vueltas cerca de Joffrey y le ponía sanguijuelas en los brazos como la primera vez hacía un tiempo. 

Aemond realmente se preguntaba para qué lo hacía o cuál era su objetivo.

—¿Y eso que hará?

Dustin estaba también con ellos, pero encendiendo la chimenea y sacando de quicio a la bruja con sus preguntas. Al príncipe no le molestaba, porque tal vez , solo tal vez podría alcanzar a captar un poco de información.

—Le pediré, mi lord, que solo se enfoque en el fuego no en mi labor.

—¿Por qué necesitas su sangre y no la mía?—preguntó Aemond.

Alys no respondió, solo lo miró y continuó con su trabajo maquiavélico. Joffrey parecía ya acostumbrado a la presencia en su piel de las sanguijuelas, pero aún así se removía incómodo entre las cadenas.

Habían logrado un avance, a cambio de información, Daeron y Dustin les permitían estar solo encadenados y no en las asquerosas cruces. Sin embargo, su cautiverio seguía siendo carente de comida regular y agua limpia. Aemond hasta comenzaba a creer que tenía piojos.

Una vez al día, un sirviente se adentraba y limpiaba el balde de desechos, pero claro no eran muchos si apenas comían.

En cuanto a la información, rápido se acabó, las batallas apenas comenzaban cuando su secuestro se llevó a cabo, por lo que ahora solo se movían con especulaciones y verdades que rozaban la mentira. Daeron no sospechaba demasiado, pero tomaba lo que le decían con pinzas. Del exterior no sabían mucho, su hermano jugaba con ellos y en un punto ya no sabían qué era verdad y qué no. Una mañana llegó con la noticia de que Helaena se tiró a un foso lleno de estacas de la fortaleza, pero después se contradijo sin querer al decir que Dreamfyre había estado de "visita" en Riverrun.

Tarado, ni para mentir servía.

Aemond ya estaba cansado, el tiempo había comenzado a pasar más lento después de la noticia de Hedvika, que estaba seguro de que era verdad porque según Dustin, los Strong se estaban moviendo demasiado en sus tierras sedientos de algo más que venganza. Los días se volvieron indistinguibles de las noches, y a veces lo único que lo mantenía alerta era Joffrey y su cancionero infinito y consolador.

Su sobrino, distinto a él, seguía manteniendo la esperanza en lo más alto de sus creencias y día a día le aseguraba que sus hermanos lo encontrarían, y que sus padres harían justicia.

Algunas mañanas le gustaba llevarle la corriente y contagiarse de su optimismo, pero en cuanto veía a Daeron, todo se esfumaba.

Su hermano logró convertirse para él en el simbolismo de lo indigno y poco honorable, no era valeroso como le gustaba nombrarse, era un cobarde con tintes de ambición impuesta por la mano de su abuelo.

Las torturas físicas cesaron un mínimo, a Joffrey casi que no lo tocaban, pero cuando quisieron hacerlo se defendió y Dustin, por ende, se enojó y atentó contra Aemond jugando con fuego cerca de las costillas y cortándole el dedo meñique de la mano izquierda.

Por suerte, las heridas no se infectaron, era una gran ventaja porque de lo contrario probablemente él hubiese muerto por el accionar de los gusanos en el hueco de su ojo.

Warrior, Mother and MaidenDove le storie prendono vita. Scoprilo ora