CAPÍTULO 64

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"Tú y yo ardemos en llamas, 

el cielo no será lo mismo" 

Heaven-Niall Horan. 



Baela no se quedó a presenciar el reencuentro de las mujeres Baratheon en Dragonstone. Estaba cansada y realmente quería volver al Gaznate a preparar la llegada de los nuevos barcos de la corona y modificar unos mapas. Sin embargo, se enteró por una pequeña charla con Helaena antes de marcharse que Ellyn lloró al verlas entrar y que las cuatro se fundieron un caluroso abrazo.

La moral de su primo Lucerys era peculiar, algunas veces cuestionable y otras veces increíblemente teñida de honor, pero lo que era un hecho indudable era que no asesinaba a personas inocentes porque sí. Ella llegó a la conclusión de que era parecida a él, no asesinaría a inocentes, pero si a los que lo merecían, y las mujeres Baratheon no lo hacían.

Lady Elenda no se rehusó a tomar la mano de Baela cuando irrumpieron en Storm's End al compás del anuncio de lo que sucedería. Eso no quiso decir que no amara a Borros, tenían toda una vida juntos, pero al darle a elegir entre salvarse a ella y a sus hijas de un similar final desastroso, no dudó en marchar.

Pero ahora, en las costas de Dragonstone, Baela fue interrumpida por la misma.

—¡Lady Baela! —escuchó que llamó— ¡Aguarde!

Baela detuvo su paso, pero le dijo al capitán Shapiro que se adelantara a la balsa que los devolvería al barco.

—Lady Elenda, espero que su apuro no venga acompañado de adversidades.

Lady Elenda le regaló una sonrisa flácida sin ningún tipo de emoción genuina, fue más cortesía que otra cosa. Al espacio que quedó entre ellas lo llenó un silencio que era interrumpido solo por el ruido de las olas chocas y las voces de los hombres lejanas. Ni siquiera sabían a qué hora de la noche pertenecían en ese momento, la luna estaba en lo alto y las estrellas brillaban sin temor. Probablemente faltaban un par de horas largas para el amanecer.

Baela incitó a la mujer a hablar, y fue así que pudo sacarle una palabra.

—No le diré que no me afligen los hechos de esta noche, ni tampoco mentiré al decir que no me destroza la muerte de mi esposo—Baela por alguna razón tuvo la necesidad de rozar la daga que tenía amarrada a la espalda, no sabía que acciones podía tomar la mujer— Pero entiendo, entiendo lo que ha sucedido, y el por qué. Era cuestión de tiempo para que...para que mi marido cayera, si no era de esta forma sería en una batalla.

—Las guerras no son fáciles, hay demasiados daños colaterales. La reina Rhaenyra y lord Velaryon no querían que ustedes fuesen uno de ellos.

—Una jugada inteligente y piadosa—Elenda se mantuvo en su lugar con las manos entrelazadas y una mirada acuosa cargada de algo más que tristeza, tal vez pena o cansancio— Viajaremos a la capital para rendir pleitesía a la reina, más no podemos hacer otra cosa en nombre de los Baratheon.

—Que la madre divina las acompañe entonces, la reina de seguro las recibirá con los brazos abiertos—Baela, como tenía planeado, atinó a volver a la balsa— Hasta pronto, lady Elenda.



Una vez en el barco, el capitán Shapiro la siguió de cerca a su camarote, algo le molestaba, ella lo sabía, y cuando entró lo invitó a pasar para hablar sin el bullicio de la tripulación.

—¿No temen que tome revancha o algo de esa clase?

Por fin lo dijo, sacó a la luz su malestar, y era bastante entendible.

Warrior, Mother and MaidenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora