CAPÍTULO 50

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"El sonido del viento susurra en tu cabeza ¿Puedes sentir que regresa? 

A través del calor, a través del frio, 

sigue corriendo hasta que estemos allí, 

estamos regresando a casa ahora" 

Home- Dotan.


Rey y heredera no se dirigían la palabra, y cuando eso pasaba, el tablero donde se sentaban las fichas del juego temblaba.

Rhaenyra no cedería. Describir su estado como uno colérico era quedarse corto. El rey, su padre, había cometido la estúpida equivocación de encerrar a su propia prima por una discusión donde él iba perdiendo. No fue honorable, y sólo demostró cuan intimidado estaba de Rhaenys.

Dioses, solo ellos sabían la admiración que Rhaenyra sentía en esos momentos hacia su tía. Deseaba ser como ella, hacer planteamientos a quien quisiera, pararse firme y no doblegarse, deseaba ser tan valiente como para desafiar al mismísimo rey.

Pero en su afán de querer alejarse por el bien de evitar una pelea más grande terminó surcando los cielos de Dragonstone. Mintió cuando dijo que fue a Driftmark, solo lo hizo para que su padre se sintiese peor.

Volvió al anochecer y no le dio el placer a Viserys de reunirse con él en la cena semanal. En su lugar envió a Joffrey, como para que su padre no se sintiera solo. Estaba enojada, pero aun así no tuvo el corazón para hacerlo cenar sin compañía.

Así pasaron los días, ella negándose a hablarle más de lo necesario y él ignorando todo como si nada hubiese pasado.

¿Creía que haciendo como si nada todo pasaría? No, ella quería discutir como era debido, pero no lo haría hasta tanto él diera el brazo a torcer.

Sabía que su padre no dijo lo del heredero en serio, pero eso no quitaba el hecho de que le dolió tremendamente que se lo dijera sin detenerse a pensar. Rhaenys peleó por lo correcto, y la defendió poniéndose de su lado, eso no significaba que eran dolores de cabeza. Si él tan solo supiera lo que era tener que esforzarse el doble para ser escuchada entendería.

Los días pasaron y entre organizaciones y planes de viajes el enojo comenzó a tomar otra forma, una más insoportable y cansina, pero de igual forma no sería la primera en doblegarse.

—Princesa Rhaenyra, el rey la espera en el patio de espadas— le dijo un lacayo—, me ha informado que hoy quiere ver a su nieto practicar.

Inteligente táctica, bien tenía en claro que ella no se perdía ni un solo entrenamiento de Joffrey bajo la tutela ocasional de Criston, pues Aemond no estaba y Harwin se mantenía ocupado con la boda de su hermana y el cuidado de los mellizos.

Llegó y junto a él vio a Lyonel, ambos compartían la misma agitación pesada. Pobre de su suegro, luego de las terribles noticias su pecho sonaba cada vez que respiraba, pero según Gerardys pasaría.

—Su majestad, lord Mano, buenos días.

Lyonel ofreció su silla, pero la princesa la rechazó amablemente, prefería quedarse de pie si tenía que soportar algún palabrerío planificado de su padre.

—Es bueno ver tu rostro por fin, he temido que te olvidaras del calor en la piel.

—No se preocupe su majestad, el calor de mi piel aumenta cada vez que presencio una injusticia.

—Entonces, princesa, como futura reina regente vivirás hirviendo.

—Los Dioses sean piadosos de mí, por fortuna mi práctica es continua— Rhaenyra se acercó a la baranda con la intención de enfocarse solo en Joff— Ahora si me disculpa, mi rey, prefiero ver como entrena mi hijo.

Warrior, Mother and MaidenWhere stories live. Discover now