PARTE 3

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Rhaenyra logró superar sus temores por el bien de su futuro reinado y se adentró entre los ciudadanos de la capital, escuchó y tomó la mano de mujeres, hombres y niños. Se llevó la grata sorpresa de que en realidad no era tan odiada como hace seis años atrás cuando vomitó por el ataque de ansiedad.

Escribió notas de las faltas y las llevó ante el gran consejo para dictaminar soluciones. Poco a poco, la princesa cobraba importancia entre la plebe.


Aegon, por su lado, luchaba contra las peleas clandestinas. Recibía ayuda de Rhaenyra pero aunque pusieran todo de sí, no obtenían resultados positivos. Tuvieron que acudir a Harwin y a sus hombres para intentar poner un freno; por supuesto, el hombre se enteró de Gaemon. Con respecto al niño, aunque quisiesen, ambos hermanos todavía no encontraban el momento oportuno para presentarlo en la corte, siendo este un tema que inquietaba al príncipe.


Luke, al otro lado de los mares, entrenaba día y noche, y se dedicaba de lleno a sus labores entre la flota. En poco tiempo logró ser reconocido y adorado por los hombres de su abuelo, y su carácter gentil pero a la vez fuerte lo llevó a ganarse el corazón de los lugareños. Corlys no podía estar más orgulloso del nieto que su hijo le había dejado. El tema de la legitimidad de su nacimiento parecía haberse hundido en el fondo del océano.


Alicent se dedicó de lleno a la organización de la boda de su hija, y a visitar a su amiga Leonor Tyrell en Highgarden. Además hizo un pequeño viaje a Oldtown para darle personalmente sus felicitaciones a Gwayne y a Aldara, su cuñada. No se perdió tampoco la oportunidad de estrechar entre brazos a Daeron, quien se comportó reacio todo la estancia de su madre; por supuesto, ella sufrió. 


Harwin hizo extensas listas de nombres para el nuevo bebé, decidieron que si era una niña se llamaría Visenya, si era varón sería Haywood. También siguió los pasos de la reina, y viajó a Harrenhal a visitar a su hermano y cuñada, quienes se estaban recuperando de su pérdida.


Jacaerys y Helaena pasaban tanto tiempo juntos como separados. Se ocupaban de sus labores y pasatiempos, y cuando podían se reunían para organizar, en conjunto a Alicent, su propia boda. La emoción los desbordaba y cada que pensaban en la fiesta la euforia se hacía notar en sus expresiones. Helaena deseaba flores por doquier, y Jace quería una cacería excepcional.


Hedvika adoraba ser la dama de compañía de la princesa, ambas disfrutaban de su compañía mutua, y pronto la muchacha Strong encontró en Helaena una verdadera amiga. Asimismo se divertía con la amistad que el príncipe Aegon le brindaba, y aprendió con el correr de las semanas a tolerar el humor peculiar del príncipe Aemond, esencialmente porque compartía tantas actividades con él como con los demás. Era imposible no verlo en más de tres ocasiones al día.


Aemond por primera vez en su vida desviaba constantemente su concentración de las armas y Vhagar hacia una particular dama de cabellos oscuros. Aunque lo tratara de evitar, sus impulsos lo empujaban a buscarla, como si de magia se tratara. Sin embargo, se daría cuenta luego de espantosos golpes, el error en sus elecciones. 


La familia real no era consiente de los tiempos venideros. Lamentablemente no eran brujos que pudiesen ver el futuro, aunque hubiesen deseado serlos. Las bodas, los nacimientos, los hijos y los progresos solo eran la introducción de un libro lleno de tragedias y desastres que cobraría sus primeras víctimas en tan solo unos capítulos. Llegado el momento, más de uno se arrodillaría y rezaría a los viejos y nuevos Dioses, a las deidades Valyrias, y a toda entidad en la que pudiesen encargar sus almas y destinos. 

Warrior, Mother and MaidenWhere stories live. Discover now