182 - Ayudar en la reconstrucción

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Ark llegó a su casa al final de la noche, su semblante se encontraba un poco decaído y agotado, durante el camino de regreso pensó en alguna forma de explicar a su familia que ahora el sería el escriba real y que estaría trabajando con el príncipe del reino, aunque no concretó ninguna idea. La mañana comenzaba a despuntar y la duda de su futuro le preocupaba.

— Te ves acabado.

Ark escuchó una voz conocida detrás de él, era Azfel quien acercándose lo abrazó con fuerza, pero el amo del agua no le devolvió el abrazo, recordando lo vivido con anterioridad.

— ¿Estás bien? No parece que te de gusto verme.

— Disculpa... — logró pronunciar tras un instante —, me dejaste sorprendido, me da alegría verte sano y salvo — Azfel parecía no haberlo reconocido con la armadura, o que él lo había pateado a los dominios de Shatten —. ¿Cómo has estado? ¿Cómo está tu madre?

— Muy bien, ella ha mejorado mucho y su salud se restablece — el joven hizo una pausa y un recuerdo amargo cruzó su mente —. Pasaron muchas cosas, perdí a un gran maestro — reconoció —. Las cosas van mejorando — intentó ser positivo cuando un carruaje conducido por Gabo, el abogado, apareció en el camino.

— Azfel, debemos darnos prisa — le recordó —, o la baronesa terminará gritándonos. 

— Lo sé — dijo mirando a Gabo, tras lo cual, regresó con su amigo —. Regresaré a Waterfall — anunció feliz —, estaré ayudando a la baronesa, tiene ideas interesantes, aunque es un tanto... exigente — logró decir — ¿Tu familia se encuentra bien? 

— Sí, por fortuna lograron escapar de... — Ark guardó silencio, no quería que Azfel supiera de su dragón, de las gemas o del guerrero de coraza azul que amenazó al príncipe, al menos no ahora — logramos escapar de Waterfall — se corrigió.

— Me alegro mucho, pero te noto extraño — insistió su amigo colocando una mano en su hombro — ¿No hay nada que quieras contarme?

Bravo aguzó sus ojos mirando el corazón de Azfel, tras lo cual continuó en su mutismo.

— Todo en orden — aseguró Ark —, solo estoy muy cansado, no he dormido bien estos días.

— No lo dudo, me pasa igual a veces — empatizó Azfel —. Escuché que buscan ayuda para restaurar el castillo de Owen y que una vez terminado, comenzaran a reparar las ciudades destruidas, quizá deberías unirte a los voluntarios — le animó.

— Eso es una estupidez.

Irídeo se había levantado, Ark se separó de su amigo al tiempo que su padre pasaba junto a ellos, cojeando.

— Nos largaremos de aquí — añadió con desprecio —, es una suerte que estemos con vida, pero Waterfall no volverá a saber de nosotros.

Bravo comprimió sus puños, su amo había vendido su libertad con tal de librar a su familia del hambre y ahora Irídeo lo despreciaba, tuvo que controlarse lo suficiente para no reclamarle.

— Padre, mis hermanos están débiles y mi madre no soportará un viaje largo, lo mejor será quedarnos aquí por ahora... — Ark pensó sus palabras — incluso podría ayudar en la reconstrucción.

— Tonterías, esta tierra maldita no necesita de ideales inútiles, debemos irnos de aquí, ya he considerado todos los detalles, nos iremos mañana en la tarde — Irideo miró con desagrado a Azfel —. De ser tú, yo no sería tan idiota como para ayudar a los nobles — tras escupir en la tierra, Irídeo comenzó a alistar una carreta cercana.

— Saluda a tu mamá de mi parte — pidió Ark a Azfel, más afligido de como lo había encontrado.

Azfel quería seguir conversando con su amigo, quería contarle todo lo que había vivido pero Irídeo gritó el nombre de Ark para que le ayudara y Gabo volvió a apresurarle, sin más opción, se despidió asegurándole que lo volvería a ver y que le escribiera donde quiera que fuese.

Erasus DrakoneWhere stories live. Discover now