107 - Conserve esto

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Antes de regresar a las faenas del día, Taor caminó hasta la habitación de su señor, donde Emilio y Zaín cuidaban la puerta. 

— ¿Cómo se encuentra nuestro señor? — preguntó el de la máscara.

— Es un hombre fuerte, no debes preocuparte — aseguró Emilio, relajado, pasando las manos por atrás de su cabeza. 

— Estaba descansando hace unos momentos, no hace mucho Tsade salió a descansar, cuido de él toda la noche. 

— Iré a ver a Tsade más tarde, por ahora, solo quiero hablar un poco con nuestro señor.

Sin decir más, Taor posó sus manos en la puerta y abriéndola, entró. La habitación era sencilla, un armario, una mesa, cuatro sillas y al fondo, una cama donde Shatten reposaba cubierto bajo varias sabanas. Una chimenea encendida daba calor a la habitación, manteniendo el ambiente agradable. Así, Taor se acercó hasta su señor, mirándolo dormido, mientras su abdomen cubierto de vello, subía y bajaba acentuando su torso marcado. De nuevo, la duda invadió al decreto, Shatten era un hombre fuerte, poderoso incluso, ¿qué había tras ese muro que tanto obsesionaba a su señor? Sin perder más tiempo, posó su mano en el brazo del imponente hombre y le despertó. 

— Hola, Taor. ¿Todo bien? — preguntó Shatten cansado y adormilado.

— Todo bien, señor. Solo pasaba para ver su estado. 

— Un par de días y estaré como nuevo — le aseguró sonriendo mientras giraba en la cama para verle mejor. 

— No lo dudo, señor — sonrió el decreto tras la máscara, tras lo cual, buscó entre sus ropas y con respeto, mostró el arma que Beth le había dado. 

— ¿Qué es eso? — preguntó curioso el hombre. 

— Es una nueva arma, le pedí a Beth que la hiciera, le llama Whisper, es una especie de mini cañón portátil, uno aprieta este mecanismo — explicó señalando el gatillo — y, al instante, un ataque sale disparado hacia el frente contra su objetivo.

— Creo que tenemos armas muy superiores a esa — señaló Shatten seguro y sonriendo entre su barba.

— Esta arma es especial, es capaz de dañar la parte espiritual de una persona... o de cualquier clase de ser — explicó Taor con una seriedad poco usual y sin esperar nada, tomó las manos de su señor y puso el arma en ellas, cerrándolas.

— ¿Taor?

— Sé que hay cosas que no puede contarme, señor — hablaba con una extraña resignación —, pero quiero que conserve esto. Guarde esta arma y téngala siempre a su alcance, por favor. 

Shatten no dijo nada, solo observó, confundido, al arma entre sus manos y a su decreto a su lado.

Erasus DrakoneUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum