En el domino de los decretos, Taor, el decreto de la máscara de metal, llegaba se presentaba ante su señor. Se arrodilló ante él y pensó en sus palabras.
— Noto que no me miras a la cara, Taor — habló Shatten, resonando su voz por todo el lugar.
— Señor, el volcán Astilon fue destruido por el despertar de los dragones — logró responder sin tartamudear.
Shatten resopló y pasó una mano por su rostro.
— ¿Alguna baja?
— Ninguna por fortuna, aunque tenemos heridas menores, los decretos estamos bien.
— ¿Y las gemas?
— Fallamos consiguiendo las cuatro gemas.
Con un solo golpe, Shatten rompió el muro a su lado, sacudiendo el lugar y levantando una densa nube de polvo.
— Maldita sea — exclamó el hombre intentando calmarse mientras disipaba un brillo fulgente de su puño.
El decreto tragó saliva.
— Señor, fallamos recuperando las cuatro, pero recuperamos una de ellas.
Conforme la nube de polvo se dispersaba, apareció Eiron, arrodillado, golpeado, con la cara y nariz manchados de sangre, un ojo entrecerrado y con su armadura rota en algunas partes. El joven respiraba con dificultad, mirando con furia al señor de los decretos. Al lado de él, el decreto del hacha, Epsilion y el del grimorio, Zetta, custodiaban al preso.
— Lo hemos dejado con vida para que usted pueda tomar la gema con sus propias manos — añadió Taor.
Shatten, mudo e intrigado, se acercó hasta Eiron, quien le sostuvo la mirada en todo momento.
— No esperaba que lograran liberar a los dragones, menos aún que pactaran con ellos, — consideró Shatten con cierta admiración —. Me sorprende que un dragón haya tomado como su amo a un niño. ¿Tan desesperados estaban por ser libres de su cautiverio?
Del casco de Eiron se oyó hablar al dragón del viento.
— Nosotros no tenemos motivos ocultos tras nuestras decisiones — respondió Auge.
— Fascinante — reconoció Shatten y al acercar la mano al yelmo de Eiron, una gran corriente de viento emanó de él, haciéndolo retroceder.
De inmediato, Epsilion golpeó a Eiron en el rostro deteniendo el viento.
— Perdone, señor — se disculpó Zetta con el libro en sus manos — pensamos que ya no tendría fuerzas, no lo hemos dejado comer ni dormir, pero por lo visto, todavía conserva algo de energía.
Shatten se mostró interesado.
— Ahora entiendo, dragón, porqué este joven es tu amo — reconoció Shatten y sin dudarlo, con su puño golpeó la armadura de Eiron, atravesándola en el pecho, haciendo a amo y dragón gritar de dolor —. Lo siento, pero tienes algo que necesito.
Eiron y su dragón se retorcían de dolor mientras Shatten hurgaba en ellos buscando la gema. En su desesperación, una violenta corriente emanó del joven, derribando a Taor, a Epsilion y Zetta, pero Shatten soportó el ataque y encontrando lo que buscaba, sujetó la gema con fuerza y con un violento movimiento, la extrajo del pecho de sus víctimas.
El viento se detuvo y Eiron se desmayó mientras que su armadura se desvanecía.
— Señor, ¿se encuentra bien?
Taor no recibió respuesta, en su lugar, Shatten, con una gran sonrisa, miraba en su mano la gema del viento manchada en sangre.
— ¿Señor? — repitió el decreto de la máscara, preocupado.
— Sí — al fin respondió Shatten —. Todo perfecto. Que Beth localice las otras gemas — ordenó — y respecto a este joven — Shatten tomó a Eiron por la barbilla —, tengo grandes planes en mente para él.
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Erasus Drakone
FantasyCuando obtenemos lo que más deseamos ¿crecemos? ¿cambiamos? ¿mejoramos? ¿nos volvemos avariciosos? ¿morimos en paz? El reino entero se encamina a su destrucción, la sociedad busca lo suyo y cada uno busca su propio bienestar. ¿Para qué salvarlos s...