122 - Debo intentarlo

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— ¿Acaso no tienes hambre mortal? — cuestionó Prudence a Necro.

— Disculpa, Prudence, pero hay cosas que necesito atender con madame antes de comer — explicó mirando a Katrina.

— Toma asiento — señaló una silla con la palma extendida — ¿Un poco de té, queridos?

No a gusto del todo, Prudence sirvió una taza a Necro y su dragón, después volvió a llenar la taza de Madame.

— ¿Estamos muertos? — preguntó Necro.

— No, dulzura — rió de forma sutil por el comentario —. Están vivos y respiran muy bien todavía.

— ¿Para que cultivan tantas rosas? — preguntó Tremor mirando el jardín a su alrededor.

— Son para las personas — respondió Prudence — ¿cómo es que seres como tú existen?

— No quedamos tantos — reconoció Tremor con pesar —, quedamos pocos, muy pocos.

Tremor bajó la mirada, pero al momento, Necro posó su mano sobre su hombro, animándole un poco. 

— ¿Fue mi obscuridad apagando esa luz lo que logró traernos hacia aquí? — preguntó Necro un poco confundido.

— Quizá... — sorbió té Katrina — ¿Dices que viste un destello de luz frente al espejo y que al entrar el templo era de lo más ordinario cierto?

— Así es, oí historias diciendo que el templo cambiaba según el corazón de las personas — Necro sonrió antes de dar un trago a su taza —, supongo que mi corazón es inmutable.

— Todo lo contrario — madame miraba el líquido de su taza —. La luz que viste representa mucho de lo que hay en tu corazón, un destello, una luz. ¿Puedes asociarlo con algo? ¿Comprendes lo que significa?

— Creo... creo que no — tanto Necro como su dragón estaban confusos.

— Esperanza, mortal, esa luz interna representa esperanza — regañó Prudence.

— Lo que sorprende es que tú mismo la hallas atacado, ahogándola en tinieblas — Katrina sorbió un poco de té.

— No ha sido su culpa — tomó la palabra Tremor —, he sido yo quien le ha sugerido tan barbárico acto, de haber sabido...

— ¿Recuerdas cómo se expresaron tus amigos del templo al cual tu entraste primero? —  retomó madame.

— Dijeron que era una cueva obscura con cientos de esqueletos.

— Eso es lo que se encontraba en tu corazón — tomó la palabra Prudence cruzando los brazos con molestia —, un vacío obscuro, tal como una cueva, lleno de sobras de humanidad.

— ¿Esqueletos? — se extrañó Tremor.

— Es parte de nuestro elemento, ternura. La obscuridad permite el descanso, trae la paz y resignación que muchos necesitan. Al igual que la luz durante la vida, la obscuridad nos acompaña en nuestra muerte. Es un ciclo muy interesante — reconoció la mujer —. Pero cuando se usa mal, puede llegar a ser demasiado problemática. ¿Hay algo que te agobie, dulzura? — preguntó mirando a Necro con ojos encantadores, llena de preocupación.

— He venido para saber algo, quizá usted, la señora de los difuntos, pueda confirmar o aliviar mis sospechas — Necro guardó silencio y miró fijo a madame — ¿Shatten está siendo influenciado por alguna fuerza superior a él?

— Tú has pasado tiempo suficiente con él — recalcó la muerte —, ¿qué piensas?

— ¡Espere! — exclamó Prudence — ¿Él es un decreto? — el pequeño guardián tomó una palita para mover la tierra y con ella comenzó a golpear los pies de Tremor —. Por su culpa tenemos que trabajar sin descanso día y noche. 

Erasus DrakoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora