48 - El pecado de tu padre

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Ark y Bravo se miraron.

— Sé que no fue su culpa, pero debemos tener cuidado, amo — reconoció el dragón — yo no puedo protegerlo como los otros dragones y si algo le pasara...

— Lo tendré presente — reconoció Ark, tras lo cual, miró con detenimiento a su dragón — ¿No puedes recordar nada?

Sin saber por qué, Bravo sonrió y negó con la cabeza.

— Lo siento, esperaba que al ver a los otros dragones algo en mis recuerdos se reactivara, pero, mi mente sigue en blanco. No recuerdo nada más allá que las cuatro paredes donde fui encerrado... — Bravo hizo una pausa y su semblante cambió — De hecho, recuerdo hablar con alguien cuando estaba encerrado, habrá sido una conversación breve, pero... quizá solo son imaginaciones mías. Ni siquiera recuerdo cuanto tiempo pasé encerrado — se sinceró, tras lo cual miró a Ark — He notado que no es del todo torpe con la espada.

— Estudié un poco en el liceo de Waterfall, ahí intentaron enseñarme un poco a utilizar la espada, pero tuve algunos problemas. 

— ¿Por?

— Mi padre... — Ark parpadeó — ¡mi padre!, ¡mi familia está viva!, no murieron en Waterfall — celebró un tanto conmovido, pero tras pensar un poco, su sonrisa se desvaneció —. Pero con Shatten y sus decretos... no se cuanto tiempo pasará antes de que ellos sean atacados. 

— Por lo que tengo entendido, es mi corazón lo que buscan — reflexionó el dragón —, si es eso, podemos intentar ofrecerlo con tal asegurar su vida y la de los suyos.

— ¿Qué? — Ark se sorprendió por la propuesta de su dragón. 

— Es mi deber velar por su vida, amo.

— Pero, si algo pasa con la gema... ¿qué pasaría contigo?

El dragón bajó la mirada y sus ojos se posaron en el suelo.

— Tremor mencionó que yo ya estaba muerto y su amo dijo que algo me mantenía en este plano — el dragón se mostraba triste —. Si mi existencia termina, también será un alivio para mí, amo. No lo dude. 

— No digas eso — pidió Ark con empatía.

El dragón levantó la cara, sonrió con discreción y cambió el tema. 

— ¿Por qué llaman a su padre hereje? Por lo que dijo Roger, es un tanto...

— Problemático — reconoció el joven—. Si soy sincero, él nunca me habló de su juventud ni de su infancia. Poco sé de la manera en que conoció a mi madre. Cada vez que he querido saber, me impone tareas o ejercicios difíciles para distraerme y olvidar el tema — reflexionó —. Nunca lo he visto hacer rituales ni prácticas mágicas — sonrió con burla —. No creo que sea un hereje — rio.

— ¿Le provoca gracia? — Bravo levantó una ceja.

— Quizá estos templarios puedan aclararme cosas del pasado de mi padre... — Ark guardó silencio y miró a su dragón — ¿Qué opinas de los otros dragones y sus amos?

Bravo se llevó una mano a la nuca y miró al techo torciendo la boca. 

— Tremor y el joven Necro le salvaron, de haber querido lastimarle lo hubieran hecho cuando usted estuvo inconsciente, fue demasiado conveniente que nos encontraran — reconoció un dando dudoso —, por otra parte, Fulgore y el joven Roger parecen ser un poco más confiables, pero el hecho de que su amo sea un templario y ellos no toleren la magia, me confunde — reconoció —, quizá...

Ark notó el silencio de su dragón, y al levantar la cara lo notó de pie y apunto de preguntarle, la puerta se abrió de golpe, y de forma súbita Ark fue sujetado del cuello. 

— Investigué a tu padre — le habló el pelirrojo Marcus a la cara con un desprecio genuino — Él y tú son vástagos de una familia de asesinos, peor aún, tú debiste morir hace mucho, el solo hecho de estar aquí evidencia que él utilizó magia. ¡Habla! ¡¿Dónde está?!

Con esfuerzo, Ark se liberó de su atacante lanzándole una patada con su pierna sana y sin dudar, tomó su cuchillo para defenderse.

— Esa es la prueba que necesitaba — sonrió Marcus al ver el cuchillo, tras lo cual miró a Ark confuso — ¿Qué harás, niño? ¿Matarme? ¿Alguna vez has dado muerte a alguien? — hablaba mientras se acercaba desafiante al filo del arma poniendo a Ark a dudar. La sorpresa y el dolor no lo dejaban pensar de manera clara — ¿Matarás a un templario en su propia sede? 

— ¡Amo, ataque o él terminará con usted!

— Yo nunca... — su respiración se volvió agitada y su mente se nublaba.

El templario acercó su pecho de forma brusca al cuchillo, avanzando de manera impetuosa, seguro, confiado, haciendo que Ark retrocediera su brazo, dudoso, confundido. Al verlo dudar, en un instante, desenfundó su espada y la colocó en el cuello del joven, acariciando su piel con el frío y correoso acero, haciéndole sentir el mortal filo.

— Hemos dado muerte a muchos de los tuyos, tu sola existencia delata el pecado de tu padre. Son un estorbo en las vidas de los fieles.

El dragón, al ver la parálisis de su amo, optó por fusionarse cuando alguien abrió y de inmediato sujetó a Marcus por el cuello.

— Esto no es correcto, comandante — Roger forcejeaba con violencia —. ¡Iros de inmediato!

Ark, asimilando la escena, se levantó con prisa y pese a su dolor, renqueó hasta la puerta donde Necro le sujetó y de inmediato corrieron cruzando el amplio patio hasta una enorme puerta. Una vez a dentro, Fulgore y Tremor movieron un librero hasta atrancar la puerta. 

— Síganme — pidió el dragón blanco sin dar detallas.

— Pero, Roger... — consideró Ark.

— No se preocupen, mi amo estará bien. Tiene cierto renombre entre los templarios, ahora dense prisa, por favor — Así, siguieron al dragón entre libros y pasillos polvosos, encontrándose en los rincones más obscuros de la sede. 

Marcus arrojó con violencia su cabeza hacia atrás, golpeando a Beliviere en la nariz y librándose al instante, tras lo cual, levantó al joven de sus ropas y le golpeó en la cara, haciéndolo caer.

— ¿Acaso es un idiota, Beliviere? ¿Conoce a ese asesino? ¡Es un Sicario! — le gritó furioso.

— Pero, comandante, ellos no han hecho nada.

— ¡Es una familia maldita, Beliviere! — de nuevo, Marcus le tomó de la ropa — Por si no lo sabe, el rey mismo ha pedido que se les dé muerte — el pelirrojo lo arrojó con brusquedad al suelo —. Él no debería de estar vivo, el hereje de su padre debió pactar con algún demonio para salvarle la vida — consideró levantándose al tiempo que otros templarios llegaban confusos al lugar —. No deberían estar lejos, busquen a ese chico y no duden en darle muerte — ordenó aterrando a Roger, tras lo cual, lo miró con desprecio — Estará en penitencia hasta que decida en quien poner su lealtad y confianza, Beliviere. Usted es una deshonra para la orden y le ha fallado a Winkel, el grande — sin más palabra, Marcus cerró la puerta, aprisionando a Roger y dejándolo con cientos de preguntas.

— Es aquí — señaló Fulgore mostrándoles una puerta sombría en una especie de rincón en lo profundo de la biblioteca de la orden —, los buscaremos después, id con cuidado.

Los jóvenes salieron y antes de irse, Tremor levantó el puño y Fulgore, sonriendo, lo chocó con él. Al salir, la puerta se cerró, dejándolos en la parte posterior de la orden, donde una gran y cautivadora fachada trasera se erguía tras ellos cubriéndolos con su helada sombra. Al frente, un par de jardineras marcaban los últimos escalones de aquel lugar mostrando una especie de callejón vacío que se comunicaba con la ciudad de San Desiré. 


Erasus DrakoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora