166 - Tsade

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— Noto que estás demasiado callado — identificó el ciego Tsade.

Ark dejó de mirar a su padre, giró la vista y al percatarse de los ojos opacos de su locutor, respondió con respeto. Shatten hablaba y consolaba a otros pacientes mientras que el galeno Theron y la enfermera Nina atendían a otros tantos.

— No es nada, solo pensaba en las cosas con las que me he acostumbrado — reconoció viendo sobre una mesita el cuchillo de su padre —. Me es difícil comprender y aceptar muchas cosas.

— Eso no es bueno — reconoció el decreto —. Quiere decir que te estás volviendo sabio, que permitiste un nuevo pensamiento y que has conocido más alternativas. Ahora depende de ti tomar una decisión — le alentó. 

Ark guardó silencio, reflexivo. Bravo miraba a Irideo, intentando recordar de donde conocía al hombre. Así estaban cuando una estrepitosa voz emergió tras ellos. 

— ¿Dónde está? — llegó Cedric con una urgencia incómoda — Vaya, vaya — rio para sí mientras se acercaba a la cama donde Irideo dormía.  

— Tranquilo, Cedric — le detuvo Tsade —. Los pacientes deben descansar.

— Claro, claro — Cedric simuló relajarse —. Pero mira que viejo está, ¿Cuánto tiempo habrá pasado desde la última vez que nos vimos?

— ¿Lo conoces? — Tsade arrebató la pregunta a Ark. 

— ¿Conocerlo? — el hombre lanzó una sola carcajada —Si tan solo te contara las cosas que hemos hecho, lo que hemos vivido — Cedric hablaba con un orgullo desmedido, recordando tiempos pasados, tras lo cual, miró a Ark, comparando su rostro con el de su padre —. Nunca te habló de su pasado, ¿verdad?

Ark guardó silencio. 

— El pasado, pasado es. Lo importante es lo que hacemos ahora con nuestra vida. Lo que podemos lograr, lo que hemos aprendido — retomó Tsade. 

— Pero el pasado nos marca, nos define, da el contexto de lo que somos — blandió Cedric. 

— Pero no de lo que podemos ser, de aquello que podemos lograr — reiteró Tsade. 

— Estoy de acuerdo con el señor Tsade — confirmó Shin llegando al lugar con sábanas limpias —. Somos lo que decidimos ser hoy, no lo que fuimos ayer.

— Interesante — reconoció Cedric —, ¿tú que opinas? 

Los decretos miraron a Ark, mientras que Bravo, abriendo los ojos, recordó a Irideo.  


*****


— ¡Llevamos horas perdidos! — exclamó Grecíl harta de subir tantas escaleras.

— Quizá ya estén todos muertos.

Un golpe en la cabeza por parte de Lagasse silenció a Exilio mientras que Estruendo negaba con la cabeza.

— Los ruidos y estruendos que hemos oído delatan horribles sucesos — habló Estruendo – incluso siento que la presencia de algunos de los míos se ha debilitado, temo por ellos.

— Sabremos hacer frente a lo que venga, Estruendo — animó Grecíl — ¡Si tan solo estas escaleras no fueran tan largas!

— Es una alegoría de la vida, cansada damita.

Los jóvenes y el dragón se detuvieron en seco, levantaron la vista y, destacando al final de los escalones, se encontraba Tsade sujetando su arco con la mano derecha al tiempo que su cara estaba fija donde las voces provenían.

Erasus DrakoneOù les histoires vivent. Découvrez maintenant