106 - Calamidades

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— Tómala, funciona tal como se esperaba. 

Junto a la cama, al lado del decreto Beth, delicado y con vendajes en todo el cuerpo, Taor tomaba a Whisper en sus manos. 

— ¿No la necesitarás? — preguntó el decreto de la máscara.

— No, puedo hacer otra — aseguró con sueño, agotado —. Espero sirva para tu propósito. 

— Gracias, ahora descansa.

Theron se acercó y verificó el estado de Beth.

— Estará delicado por unos días, pero su vida no corre peligro — aseguró el galeno. 

— Es bueno saberlo — Taor acarició el arma entre sus manos —, ¿cómo está el amo Shatten?

Theron resopló. 

— Sus pulmones se llevaron la peor parte, pero estará bien — le aseguró —, la última vez que fui a sus aposentos varios decretos hacían turnos para estar con él. 

— Aquí tengo los vendajes nuevos, galeno.

Tras de Theron, una bella enfermera de cabello largo y castaño le ayudaba con agrado. 

— Dígame si necesita algo más — habló con voz dulce acariciando el brazo de un sonriente Theron. 

— Lo haré con gusto, Nina. 

Taor miró con agrado la adaptación de Theron en su nuevo entorno. 

— ¿Se encuentra bien, señor Taor? — le sacó de su trance el galeno —. Parece disperso, ¿ha descansado?

— No tan bien como quisiera, pero me daré el tiempo — aseguró el decreto —. Noto que se ha adaptado bien a nuestro hogar.

— Es muy cómodo trabajar con instrumental moderno, con insumos a la mano y una gran compañía — aseguró mirando de forma fugaz a su ayudante —, además poder compartir lo que sé da un aire de satisfacción que no había sentido antes. 

— Me da gusto oír eso — asintió Taor —. Si me lo permite, tengo asuntos que atender. Cualquier cosa, no dude en avisarme. 

— No creo que haga falta — un grupo de estudiantes en batas blancas llegó al lugar, liderados por Nina —, tengo todo lo que necesito — le sonrió mientras la bella enfermera le tomaba del brazo. 

Taor volvió a sonreír y sin más, salió de la habitación. Fuera de la enfermería, fue saludado por jóvenes, mujeres y ancianos que hacían sus faenas diarias. Cruzando los campos de cultivo saludó a varios hombres que trabajaban en las cosechas y regaban los cultivos. A lo lejos, vió a varios decretos entrenar con jóvenes y hombres en las artes de la guerra. Algunos niños jugaban en las colinas y en general, era una vista agradable. 

Así, el decreto retornó al castillo, a un ala alejada del resto donde, a esa hora, sus pasos resonaron produciendo ecos incomodos en los muros de aquella fortaleza en Komodo. Pese a los grandes avances que se habían alcanzado, algo seguía inquietando su corazón, una espina molesta que solo crecía a cada día. Por ello, caminó hasta los aposentos de Necro, donde a cada paso, las luces se iban debilitando hasta casi extinguirse frente a una amplia puerta de madera. 

— Maldito dragón, poner algo así dentro de nuestra fortaleza es más que innecesario — reprobó Taor tras su máscara colocando su mano en la puerta y entrando a la habitación — ¿Pero qué demonios? 

La obscuridad era total dentro del cuarto, no era una obscuridad cualquiera, era agobiante, pesada e inaguantable. Taor tuvo que contenerse para no gritar al sentirse sofocado por tan aberrante sentimiento. Incluso al retroceder, no pudo encontrar la puerta por donde había entrado.

Erasus DrakoneWhere stories live. Discover now