25 - Caminan a su destrucción

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— Eso ha estado cerca, amo —. Reconoció Norte relajando los hombros — ¿Y quién diablos son ustedes? — habló a los jóvenes — ¿por qué tienen esos corazones? — exigió saber. 

— Venimos de Waterfall, la ciudad fue destruida — tomó la palabra Eiron, haciendo que dragón y amo abrieran los ojos por completo —. Pasaron muchas cosas. 

Dragon y amo siguieron a los jóvenes a la salida de la cueva, mientras caminaban, ellos escucharon la historia de su viaje a Astilon, el ataque a la ciudad, la matanza, el hombre que les dio las gemas. Cuando terminaron, los jóvenes y el dragón llegaron a un claro fuera de la cueva, donde a lo lejos, se mostraba el volcán. La noche estaba cayendo y los cuatro, exhaustos, tuvieron que tomar un momento para descansar. 

— Esto es peor de lo que esperaba, amo — habló norte sentado con las piernas y brazos cruzados en el suelo —. Será cuestión de tiempo antes de que ese tal Shatten amenace nuestra vida, también — el dragón cerró los ojos, agachó la cabeza y consideró sus opciones. 

Los jóvenes aún miraban asombrados a tal ancestral criatura. 

— ¿Cómo se conocieron? — preguntó Ark aun asimilando que hablaba con un ser ancestral. 

Dragón y amo cruzaron miradas, tras respirar hondo al mismo tiempo, Silver respondió.

— Nos conocimos en la cueva, Norte estaba buscando pistas de su raza y yo estudiaba los petroglifos cuando nos topamos. 

— ¿Pistas? — cuestionó Paris.

— Creo que soy el último vivo de mi especie — la voz de Norte era triste —, escuché de que algunos de los míos fueron encerrados en el volcán y vine a comprobar esas historias, en el trayecto encontré la cueva y reconocí algunos grabados, pero no pude leerlos todos.

— Ese día, yo estaba tomando apuntes e intentando traducir algunos símbolos, Norte me vió, usó sus escamas para mimetizarse con las paredes heladas y mientras transcribía oí un rugido que retumbó por toda la cueva — resaltó Silver mirando a su dragón de forma juguetona. 

— Fue mi estómago, amo. Tenía hambre, no había comido ese día — explicó Norte con algo de pena —. Mi amo gritó, lo intercepté para que me explicara todo, prometí no comérmelo y hemos investigado juntos la cueva desde entonces. No conozco la historia de mi especie, crecí solo, así que, si hay más como yo o si soy el último, me agradaría saberlo.

El dragón miraba al horizonte con melancolía, tras lo cual, miró con atención a su amo.      

— Quizá, lo mejor sea aceptar la oferta del decreto — retomó con incomodidad —. Son demasiado fuertes. 

— Dragon, ellos han matado a miles de inocentes — replicó Eiron.

— Con tu gema, tus poderes — consideró Paris hablando al dragón—, tú tienes una oportunidad de enfrentarte a ellos — Norte guardó silencio.

— Bríndanos tu ayuda — pidió Ryu con tono suplicante.

— Mi prioridad es la seguridad de mi amo, todo lo demás es irrelevante — silenció el dragón. 

Los jóvenes guardaron silencio, reflexionando sobre lo ocurrido. Ellos estaban cansados y sus mentes estaban ofuscadas. Ark, a punto de decir algo, notó que Ryu se ponía de pie.

— Tenemos menos de un día y no esperaré a que ese decreto aparezca. Con lo que nos han dicho, ahora tenemos más esperanza de encontrar dragones en el volcán. Hasta luego.

Eiron y Paris vieron a su amigo partir, intercambiaron miradas, se pusieron de pie y tras despedirse de Silver y su dragón, retomaron su camino. 

— Caminan a su destrucción — el dragón negó con la cabeza. 

— Moriremos de igual forma, si no es por los decretos, será por las órdenes, por alguna criatura, incluso por los mismos dragones — consideró Ark poniéndose de pie —. Ustedes tampoco están a salvo, una vez que tomen las gemas de nosotros, seguirán con la tuya, Norte — expuso lo evidente —. De alguna manera ellos saben donde estamos, es como si pudieran rastrear las gemas, pero no lo hacen bien — deducía —. Será cuestión de tiempo hasta que nos encuentren y nos obliguen a actuar. 

Ark comenzó a caminar tras sus compañeros. 

— Quizá debamos ayudarlos — consideró Silver. 

— Esto no nos incumbe, amo — refutó Norte.

— El decreto ya nos encontró una vez, amigo mío. Nada le impedirá encontrarnos de nuevo — el dragón resopló molesto, tras lo cual, sintió la mano de Silver posarse en su hombro —. Tampoco quiero que te pase nada — habló preocupado —. Los decretos saben que ellos van al volcán, puede que solo tengas esa oportunidad de encontrarte con otros dragones — consideró. 


Erasus DrakoneWhere stories live. Discover now