53 - Estará orgulloso

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Unas débiles notas musicales producidas por un instrumento de cuerda despertaron a Necro al instante, hecho que no pasó desapercibido por su dragón. Observó a Ark y se percató que estaba dormido, custodiado por el dragón azul. Miró por la ventana, la noche había caído y, como si el primer llamado no hubiese sido suficiente, una nueva melodía taladró sus oídos, preocupándolo a él y a su acompañante.

— Necesito caminar un poco — dijo a Bravo mientras se ponía de pie y salía con su dragón dejándolo extrañado.

Ya en el exterior, escuchó aquella aberrante canción provenir de más allá de las tierras de cultivo.

— No es posible — habló Necro — se supone que no harían nada hasta después de recibir órdenes.

— Tal vez, vienen a darle nuevas instrucciones — lamentó su dragón.

La poca gente que quedaba en la tierra, estaba juntando sus herramientas, entre ellas Edmond, cansado, derrotado por el arduo trabajo sin recompensa al cual estaban condenados por el señor Gladius. El día había terminado junto con sus faenas, pero no con su carga. Necro, como poseído por la música, avanzaba entre ellos sin cuidado alguno, empujando a algunos y derribando a otros, lo cual, no pasó desapercibido por Edmond. El joven seguía la melodía sin dificultad ya que el viento había enmudecido y los insectos se habían retirado.

— No hay duda, es él con su maldita canción de siempre — habló molesto.

— Pero, ¿cómo nos ha encontrado?

— Beth debió revelarle nuestra ubicación, maldito alquimio.

Ambos siguieron cruzando por los altos tallos verdes, muestra de los esfuerzos del credo de los dragones por retrasar el hambre. La ira y el odio llenaban a Necro a cada paso, cuando por fin, lejos de todo, sentado en la rama de un gran árbol, alumbrado por los primeros rayos de la luna, un hombre tocaba el arpa con singular destreza y violencia. Aquel músico vestido de verde, con una capa azul, rubio y de torpes rasgos faciales, tenía cerrados los ojos demostrando un domino absoluto del instrumento, su complexión era la de un hombre fuerte y entrenado para la guerra, lo cual, era mostrado por las múltiples cicatrices que se mostraban como medallas en sus dedos, manos y brazos, estos últimos, coronados por dos brazaletes sobre sus bíceps grabados con estrellas. 

La canción que interpretaba estaba cargada de odio y rencor. Necro, desconcertado por su presencia, se acercó cuidando cada uno de sus pasos, preparado para todo.

— Esa canción comienza a hartar, Samec — Incitó de manera altanera Necro.

— Decreto Samec para ti — señaló interrumpiendo con molestia su canción.

Necro mostró una sonrisa burlona.

— No eres más que un bardo de tercera, no entiendo que vió en ti Shatten.

Ofendido, el decretó rasgó un acorde y de inmediato, Necro cayó al suelo, llevando las manos a sus oídos. De inmediato, el dragón conjuró una esfera densa de obscuridad entre sus garras y, saliendo de su invisibilidad, atacó al decreto, éste apenas pudo evadir el ataque, pero la rama se rompió y cayó al suelo, riendo. 

— Tienes suerte de que esta no sea una función privada — se burló Samec.

— ¿Amo, está bien? — Tremor ayudó a Necro a levantarse. 

Aún desorientado y con una repentina jaqueca, Necro miró a Samec con desprecio. 

— No vengo a pelear con ustedes — le despreció el decreto — de hecho, tenemos público esta noche.

Necro se aterró al ver como detrás del árbol, llena de vergüenza, salía una chica de cabello negro y semblante triste, vestía un elegante vestido cargado de holanes y detalles de encaje, llevaba un tocado de en su cabello largo y una gargantilla dorada con la figura de una estrella que rompía el oscurantismo de su persona. Sin dudar, ella se acercó a Necro quien la abrazó por completo.

Erasus DrakoneWhere stories live. Discover now