75 - Un dragón ha caído

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Ryu jadeaba y sudaba mientras que Ark, con una mano en el pecho, respiraba con dolor. Ambos miraban con repulsión la sonrisa cubierta de sangre de Sairus.

— Él no debería estar vivo — declaró Ark — por lo que entiendo, ese hombre, Marcus, fue el primero en caer en el ataque de San Desiré, él debería estar muerto.

— Tu compañero dijo que esa cosa... — Ryu intentaba comprender. 

— Es un demonio — alertó Conato —, no puedo ver su corazón. 

— No tiene — secundó Bravo. 

— Tengo ventaja — pensaba Sairus —, uno está agotado, el otro se está recuperando de una herida y, aún así, osan enfrentarse a mí — el demonio sonrió, pero al afianzar su arma, su expresión cambió —. Este cuerpo está casi al límite, las quemaduras han dañado mucho la piel e incluso las manos requieren de mucho esfuerzo para abrirse o cerrarse... necesitaré uno nuevo.

Sairus tomó la iniciativa y se lanzó contra ellos, Ryu, sin contemplaciones, creó una esfera de fuego en sus manos y la lanzó con fuerza. El demonio evadió el ataque y se abalanzó contra ellos, dejando ver sus manos quemadas, blancas y con llagas rojas aún más repulsivas a la vista que su rostro cosido y lleno de costras. 

Ark, intentando ignorar su dolor, tomó su espada y atacó a Sairus lanzando una estocada, el demonio la evadió, después, un corte, lo esquivó, un tajo, Sairus dobló su cuerpo de manera inhumana y, aprovechando el desconcierto, lanzó una patada a la pierna de Ark, derribándolo y avivando su dolor. Sin dudar, levantó su espada contra el joven, pero este le repelió con una bola de fuego, lanzándolo de nuevo contra el suelo. 

— Esos malditos dragones son buenos — pensaba Sairus con una mano en el pecho y un dolor insufrible — este cuerpo me comienza a limitar — con sus demoniacos ojos, vio cómo Ryu ayudaba a Ark a levantarse mientras hablaban entre ellos — ¿Amistad? — rechinó los dientes — Puedo aprovecharme de eso.

— No te ves nada bien — habló Ark, mirando el cansancio de su Ryu.

— ¿Y me lo dices a mí? — le sonrió, pero la fugaz sonrisa desapareció de su rostro — él es aterrador — reconoció jadeando —, quizá si lo atacamos...

Ark, con toda su fuerza, empujó a Ryu justo antes de ser alcanzado por Sairus. El demonio, sobre el joven en el suelo, estaba ahorcándolo con toda la fuerza que sus pútridas manos le concedían. Ark no podía quitárselo de encima, no por la fuerza con que lo asfixiaban, si no por el peso de la rodilla de Sairus en su pecho, justo en su herida punzante.

Ryu absorto, creó en sus manos una esfera de fuego y sin contemplaciones, la lanzó contra Sairus, impactando con éxito su espalda. Sin embargo, este no cedió, sino que apretó con más ira a su víctima. Alarmado, volvió a arrojar varias esferas ardientes, pero lo único que conseguía era destruir la ropa de Sairus dejando ver su espalda quemada, cosida, negra, roja, repugnante.

— Acércate, ataca, ¡¿qué esperas?! — Pedía mudo el demonio, ignorando todo el dolor que lo agobiaba, Ark comenzaba a dejar de pelear — No pensé que fuera tan fácil... vamos, estúpido niño, hazlo o la vida de tu amigo terminará.

— ¡Amo! — gritaba Bravo.

— ¡Suéltalo!

Ryu furioso, tomó su espada y se arrojó con determinación. Corrió angustiado la poca distancia que lo separaba, esperando que un solo ataque fuera más que suficiente. Corrió y, al estar a punto de enterrar su arma en la espalda de Sairus, éste giró sobre sí y extendió los brazos recibiendo de lleno la hoja de la espada ante el rostro incrédulo de Ryu.

El demonio se arqueó por el impacto y con sus manos, sujetó la hoja de la espada, introduciéndola aún más en su pecho, derramando abundante sangre por la boca.

Erasus DrakoneWhere stories live. Discover now